No es solo Francia, es en toda Europa, donde decenas de miles de agricultores han dejado sus herramientas, se han montado en sus tractores y han salido a las calles.

A la crisis del costo de la vida ahora se han sumado otras preocupaciones, desde las políticas de sostenibilidad de la Unión Europea hasta los efectos de la guerra en Ucrania.

En Francia, los agricultores han bloqueado grandes tramos de autopistas, lo que ha creado una crisis para el nuevo primer ministro, Gabriel Attal, que viajó a una granja en el suroeste del país para ofrecer una serie de medidas en un intento por calmar su frustración.

Algunas de sus preocupaciones, como la creciente burocracia, tienen un carácter nacional; otros señalan problemas más amplios, entre ellos el costo creciente del diésel agrícola, el pago tardío de los subsidios de la UE o la competencia que suponen para ellos las importaciones.

Las protestas también se han disparado en gran parte de Alemania, aunque allí tienen un carácter principalmente nacional.

Los agricultores alemanes protestan por la eliminación gradual de las exenciones fiscales sobre el diésel agrícola, que, según dicen, los llevaría a la quiebra.

Toda Europa está en descontento por las políticas de la Unión Europea

El sector agrícola siempre ha visto con recelo las medidas introducidas por la UE para renovar su Política Agrícola Común (PAC) de 55.000 millones de euros (US$59.750 millones) y hacerla más sostenible. Más del 70% de ese dinero se gasta en pagos directos a los agricultores, que sirven de red de seguridad.

La reforma incluye la obligación de dedicar al menos el 4% de la tierra cultivable a características no productivas, así como el requisito de llevar a cabo rotaciones de cultivos y reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20%.

Muchos agricultores argumentan desde hace tiempo que estas medidas harán que el sector agrícola europeo sea menos competitivo frente a las importaciones.

También les preocupa que la inflación haya reducido drásticamente el valor de sus pagos directos.

«Los agricultores tienen que hacer mucho más… con menos apoyo», destaca Luc Vernet, del grupo de expertos Farm Europe, con sede en Bruselas. «Ya no ven cómo pueden hacer frente a la situación».

El impacto de la guerra

Las manifestaciones estallaron por primera vez en los Países Bajos en 2019 por las demandas del gobierno para que la producción ganadera se redujera a la mitad para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno.

Y los residentes de Bruselas están ya acostumbrados desde hace mucho tiempo a que los agricultores entren al barrio europeo de la ciudad para rociar los edificios con leche o llenar las calles con ganado en protesta por las regulaciones agrícolas de la UE.

Ahora, sin embargo, el efecto dominó de la guerra en Ucrania ha provocado protestas en casi todos los rincones de Europa.

La invasión rusa a gran escala de Ucrania en febrero de 2022 prácticamente bloqueó las rutas comerciales en el mar Negro. La UE intervino levantando temporalmente las restricciones a las importaciones procedentes de Ucrania, permitiendo que sus productos agrícolas inundaran los mercados europeos.

El campo de juego nunca iba a ser parejo: una granja orgánica ucraniana promedio tiene alrededor de 1.000 hectáreas; sus equivalentes europeos miden de media sólo 41 hectáreas.

Los precios en países vecinos como Hungría, Polonia y Rumania cayeron repentinamente, y los agricultores locales se quedaron sin poder vender sus cosechas.

Para la primavera de 2023, los tractores bloqueaban las mismas carreteras polacas que un año antes habían estado llenas de voluntarios que acogían a refugiados ucranianos.

La UE pronto impuso restricciones comerciales a las exportaciones de Ucrania a sus vecinos, pero sólo por un período limitado. Cuando expiró la prohibición, los gobiernos de Budapest, Varsovia y Bratislava anunciaron sus propias restricciones.

Ucrania presentó rápidamente una demanda; las relaciones se agriaron y la compasión por un país que se defendía de la invasión rusa pasó a un segundo plano.

Ahora, los países de Europa del Este exigen que la UE revise de forma definitiva sus medidas de liberalización comercial con Ucrania.

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