Una gran fiesta se vivió en la Ciudad de México, al igual que las grandes urbes del mundo, y así se vivió el Año Nuevo 2024, la noche de este domingo 31 de diciembre de 2023 en Paseo de la Reforma, en la cual se “armó el último reventón” del año con la presentación del músico y compositor panameño Rubén Blades.

Un par de horas antes del concierto, en un ambiente amigable, se observaron familias, parejas y grupos de amigos caminando por los alrededores de la Glorieta del Ahuehuete, bien abrigados y portando la parafernalia relativa al gran festejo, cómo sombreros, diademas o lentes con el número 2024.

Los bares de la Zona Rosa lucieron abarrotados de juergistas, que al ritmo de las canciones que ponían esos establecimientos levantaban bien arriba sus tarros de cerveza.

Hubo quienes aprovecharon y comieron unas tlayudas o elotes que se ofrecían a las orillas de la avenida.

Comerciantes ambulantes ofrecieron los clásicos sombreros con el 2024 impreso o unas diademas con luce a un costo de 140 y 70 pesos, respectivamente.

Si alguien no quería perder la tradición de comer uvas, ahí mismo se vendieron a un precio de 80 pesos el kilo.

Los colores rojo y amarillo prevalecieron en el estilo de vestir del público. En las escalinatas del Ángel de la Independencia, cientos de personas, entre turistas y capitalinos, no desaprovecharon la ocasión de tomarse una foto o hacer una transmisión por internet, además que muchos niños jugaron con luces de bengala.

En punto las 22:30 horas inició la presentación del compositor y actor panameño Rubén Blades, considerado “el poeta de la salsa”.

Acompañado de la orquesta de Roberto Delgado y su big band integrada por 20 músicos de talla internacional, el cantante interpretó sus grandes éxitos como “Pablo Pueblo”, “Tiburón” y el legendario tema “Pedro Navaja”.

También agradeció la oportunidad de participar en el festejo de fin de año y reconoció el talento mexicano.

Blades debutó en 1970 cuando lanzó el disco “De Panamá a New York/From Panama to New York”, con Pete Rodríguez. Un año antes participó en un disco con el grupo panameño Los Salvajes del Ritmo, donde el timbre de su voz se asemejaba a la del cantante José Cheo Feliciano.

En 1977 se asoció con el trombonista y productor musical neoyorquino de origen boricua Willie Colón para dar a conocer el disco que ya es un clásico de la salsa: “Metiendo Mano”.

Los asistentes bailaron al ritmo de melodías como Ojos de perro azul (compuesta por Blades a partir de un cuento de su gran amigo Gabriel Garía Márquez), con pasos “elegantes” y vueltas frenéticas. Los bailarines formaron varios círculos entre la multitud que los fotografiaban y animaban. La única queja que varias personas compartieron fue la falta de baños públicos en el evento.

Muchos de los fieles seguidores de Blades llevaron fotografías y playeras con su rostro, fueron quienes se adueñaron de los lugares más cercanos al escenario y celebraron cada canción que Rubén tocó, acompañado por sus maracas pintadas con los colores de la bandera panameña, al tiempo que saludaba a un dron que les pasaba por encima.

El cantante dedicó el tema Amor y control al presidente Andrés Manuel López Obrador.

En el tumulto niños en los hombros de sus padres o una que otra seguidora arriba de un banco plegable no dejaban ver a quienes se encontraban más atrás.

La fiesta continuó hasta después de la medianoche en esa zona de la Ciudad de México y anunciaba que continuaría hasta que aparecieran los primeros rayos de sol del 2024.

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