En Quintana Roo, organizaciones empresariales y sociales lanzaron un grito de auxilio a las autoridades de los tres niveles de gobierno, ante la imparable invasión de toneladas de sargazo en las playas quintanarroenses, un fenómeno que, advirtieron, provoca afectaciones a la salud, el ambiente, el turismo y la economía.
Ambos sectores pidieron a las autoridades emprender acciones que mitiguen el problema que se presenta desde 2015 y que será recurrente en los próximos años.
Expusieron que el sargazo libera gases tóxicos cuando se descompone en las playas, en tanto que su inadecuada disposición final también pone en riesgo de contaminación al manto acuífero.
Asimismo, se quejaron de que hasta ahora ninguna autoridad ha tomado el liderazgo para resolver el problema, con lo que se violan los derechos humanos a un medio ambiente sano, “con mares, suelo y aire limpios”, y al trabajo de pescadores y prestadores de servicios turísticos.
Pidieron que se definan las responsabilidades de cada nivel de gobierno ante esta contingencia, a fin de que se planifiquen acciones urgentes y apropiadas de acuerdo al ámbito de competencia de cada uno.
Específicamente solicitaron al gobierno federal que gestione los recursos necesarios para habilitar sitios para la disposición final del sargazo, que deben considerar las manifestaciones de impacto ambiental, así como cambios de uso de suelo.
También demandaron incentivos fiscales a hoteles que limpian el sargazo de sus playas, que se promueva el uso del sargazo como insumo de uso comercial, y que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) inicie proyectos para entender el fenómeno, su impacto y soluciones.
A la Secretaría de Salud la instaron a evaluar los riesgos a la salud de comunidades costeras por la contaminación del sargazo y elaborar una norma oficial mexicana para su manejo integral.
La víspera, el gobernador Carlos Joaquín González admitió que es “imposible detener la marea marrón cuando el viento viene con potencia y el mar estalla con tanta fuerza, como en los últimos días”.
Explicó: “Las grandes marejadas provocan que las barreras antisargazo sean superadas por arriba y por abajo; las condiciones del clima impiden que las lanchas sargaceras puedan navegar. Hay muchas dificultades para lograrlo, es como tratar de controlar o detener a los vientos de una tormenta o de un huracán”. Con información de Proceso