El tereré es una bebida fría que se prepara con yerba mate y hierbas medicinales. Pero más que eso, es una práctica tradicional de Paraguay que propicia la convivencia, la inclusión y la comunicación, al margen de acarrear beneficios para la salud. El tereré está presente en todos los rincones de Paraguay y preside todas las conversaciones, no importa la ocasión, el número de personas, el tema ni el lugar donde ocurran.
“Soy vendedor de yuyo”, dice con orgullo Javier Torres. “Crecí en la venta de los yuyos en el Mercado 4 de Asunción, Paraguay, con mi familia, mi mamá, mi abuela, que me enseñaron los conocimientos sobre las plantas medicinales, en guaraní Pohã Ñana.”
Javier Torres tiene 33 años y, además de vender yuyos, es abogado. También es el fundador del Tereré Literario, un espacio cultural que promueve el uso de las hierbas medicinales y los conocimientos sobre ellas para preparar el tereré adecuado según la ocasión.
El tereré es una bebida fría que se prepara con yerba mate y hierbas medicinales. Pero más que eso, es una práctica tradicional de Paraguay que propicia la convivencia y la comunicación, al margen de acarrear beneficios para la salud.
“Significa para nosotros unión, hermandad, compartir. En guaraní se dice el ñe’ẽngatú: juntarse, hablar, intercambiar los conocimientos, hablar de muchas cosas. El tereré une culturas, une a las personas. Por eso es importante para nosotros los paraguayos”, explica Javier Torres.
Los saberes tradicionales que engloba impulsaron la inscripción del tereré y la cultura del Pohã Ñana en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en diciembre 2020.
Al anunciar su registro, la UNESCO afirmó que se trata de una práctica cultural que fomenta la cohesión social “porque el contexto espacial y temporal del consumo del tereré propicia la inclusión, la amistad, el diálogo, el respeto y la solidaridad”.
El organismo de la ONU consideró que también “acrecienta la estima de las nuevas generaciones por el rico legado guaraní en los ámbitos de la cultura y la botánica”.
El tereré está presente en todos los rincones de Paraguay y preside todas las conversaciones, no importa la ocasión, el número de personas, el tema ni el lugar donde ocurran. Basta con caminar cinco minutos por una zona poblada para ver a la gente tomándolo o llevando consigo el termo, la guampa y la bombilla, como quien lleva un bolso.
Preparar esta bebida supone un ritual que los paraguayos llevan a cabo con gusto: se eligen los yuyos adecuados para el momento y se colocan en el termo con agua y hielo. Luego, esta agua impregnada del sabor y beneficio de las hierbas se vierte en la guampa (el recipiente del que se beberá), donde se ha puesto previamente yerba mate. Una vez preparado, el tereré se bebe de la guampa con la bombilla (sorbete).
La guampa se vuelve a llenar cada vez que se vacía, para pasársela a la siguiente persona del grupo.
Hidratación y energía para los soldados
La historia del tereré se remonta a la época precolombina y probablemente se debiera al calor extremo de Paraguay que para hidratarse y refrescarse, se empezara a hacer una infusión fría.
Más tarde, en el siglo XVIII, los jesuitas registraron en sus cartas el consumo de esta bebida y se habituaron a tomarla también.
Víctor Segovia Gómez, historiador y jefe de la Dirección de Estudios, Antropología, Arqueología y Paleontología de la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay, recordó que en los veranos paraguayos el calor puede pasar de los 40 grados Celsius, así que los indígenas no sólo necesitaban hidratación, sino también la energía para continuar sus labores. Esta energía corría a cargo de la cafeína de la yerba mate.
Esto fue particularmente cierto en el siglo XIX durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), el conflicto más sangriento de Sudamérica, en el que Paraguay perdió a la mitad de su población frente a Brasil, Uruguay y Argentina.
Esta devastación obligó al país a buscar colonos y a vender tierras en las que se explotaba la madera y donde, nuevamente, se requería hidratación y energía para las tareas pesadas.
“El tereré los ayudaba a hidratarse y refrescarse para trabajar duro”, señala Víctor Segovia.
La llegada del hielo
Según los historiadores, el consumo del tereré se propagó a finales del siglo XIX y se instaló para quedarse en el siglo XX cuando la urbanización y el avance de la tecnología popularizaron el uso del hielo.
Antes de eso en otra guerra, la del Chaco, contra Bolivia de 1932 a 1935, quedó constancia gráfica de la importancia del tereré para sobrellevar las condiciones adversas.
“En el siglo XX viene la guerra del Chaco, muy fotografiada, y el soldado paraguayo bebía tereré. Llevaba en la cintura su bolsita con hierbas medicinales. El Chaco es muy seco y las aguas amargas. El tereré fue la forma en que los soldados filtraban su bebida y ayudaban a su organismo a sobrevivir”, detalla Victor Segovia.
“El mate se encuentra más atrás en la historia. El tereré se va haciendo más común a finales del siglo XIX porque Paraguay se expande en el interior y la gente necesita más fuerza para trabajar, se vuelve una bebida cotidiana para soportar el calor”, añade.
Un tereré para cada ocasión
Hoy, los paraguayos saben que las diferentes circunstancias ameritan un tereré diferente, el Pohã Ñana les ha enseñado cuál es el mejor para cada momento.
“El tereré debe tener hierbas medicinales para el bienestar físico, biológico del cuerpo, por ejemplo, si hoy estoy un poco estresado le pongo menta para así refrescarme un poco y tranquilizarme. La señora o el vendedor [de yuyos] entiende. Esa es una parte del conocimiento ancestral. Luego está la transmisión del conocimiento: comparto con los amigos qué le puse a mi tereré, no es que sólo lo tome yo, sino que es para compartir, ahí está la riqueza cultural”, recalca Segovia.
Tomar tereré tiene también una arista social y una papel en la preservación de la lengua guaraní.
“Cuando tomamos tereré hablamos, compartimos, ahí también está la transmisión de la lengua guaraní. Empieza en la familia, los padres conversan con los hijos o parientes. Lógicamente la lengua que más se usa en una ronda de tereré es el guaraní.”
El conocimiento ancestral del que habla el historiador es el que tanto atesora Javier Torres y que, además, ha compartido a lo largo de los años con sus clientes, primero en su puesto del Mercado 4 y luego en el Tereré Literario.
“Siempre hay que usar la hierba común para que puedan tener efecto sobre el organismo las plantas medicinales que estemos consumiendo en el tereré. Por eso es importante saber qué yuyo se está tomando”, explica.
Los yuyeros tienen el remedio para las necesidades precisas de cada momento. El Tereré Literario tiene una amplia carta para satisfacer algunas de esas necesidades.
“Tereré adelgazante, tereré llorador, tereré pantano, tereré tranquilizante, tereré novillo -para atraer al ser amado, son los yuyitos para el amor.”
¿Por qué en el Mercado 4?
“El Mercado 4 es el pulmón de la economía de la ciudad de Asunción. En el Mercado 4 nos concentramos la mayoría de los que venimos del interior. En el Mercado 4 se encuentra el ser del Paraguay, el día a día, se ve cómo es el paraguayo realmente. (…) “Decidimos crear un espacio que se llama ´el paseo de los yuyos´, donde están todos los vendedores de yuyos de diferentes puntos del país. De acá se distribuye otra vez para el país, a diferentes mercados, a todos los lugares donde se vende tereré o hierbas medicinales”, dice Javier.
Con el objetivo de preservar las tradiciones ancestrales, el Congreso de Paraguay aprobó en 2011 una ley declarando al tereré como Patrimonio Cultural y Bebida Nacional, además de establecer el último sábado de febrero de cada año como Día del Tereré.
A esta reivindicación se sumó en diciembre de 2020 la inscripción de esta tradición en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Fuente ONU Noticias