China informó sus primeras muertes por COVID-19 desde enero de 2021, ya que la variante ómicron continuó propagándose por la nación más poblada del mundo. El país asiático reportó dos muertes.
Aunque ha habido repetidos brotes en China a pesar de las estrictas restricciones del país, primero contra la variante delta, luego contra la ómicron, pocos de los infectados habían estado gravemente enfermos desde mediados de 2021. Muchos de los que desarrollaron síntomas graves sobrevivieron, incluso pacientes mayores de 60 años y aquellos con otras enfermedades subyacentes.
China ha informado menos de 5 mil muertes desde que empezó la pandemia, en 2020. Las restricciones estrictas y las pruebas masivas han ayudado a los funcionarios a bloquear la propagación de COVID e identificar casos tempranos, mientras que muchos fueron enviados a hospitales designados para tratamiento independientemente de la gravedad de su enfermedad.
Casi el 90 por ciento de los mil 400 millones de habitantes de China están completamente vacunados y más de un tercio ha recibido vacunas de refuerzo, y el ómicron aparece cada vez más como infecciones asintomáticas.
Aún así, los funcionarios y los expertos en salud han advertido sobre las muertes inevitables, incluso de una variante menos virulenta, ya que las infecciones generalizadas mantienen a los hospitales y al personal médico al límite.