El pensamiento es uno de los motores del bienestar personal puesto que el modo en el que piensas, influye en cómo te sientes (por ello, intenta hacer interpretaciones positivas de la realidad) y también se refleja en tu modo de actuar. El pensamiento positivo muestra la actitud de una persona que más allá de las limitaciones e imperfecciones en la realidad, sabe poner el punto de atención en el lado amable de las cosas.
Buenaventura del Charco Olea empezó a ejercer como docente del máster de Psicología General Sanitaria en la Universidad de Granada detectando un problema de estudio en su primera clase. Entró al aula con un vaso de agua, le dio un buen trago, lo dejó sobre la mesa y preguntó: «¿Cómo está el vaso?». La respuesta fue unánime: «Medio lleno». Los alumnos pensaban que el profesor no les iba a agarrar después de haber hecho la carrera de psicología, sin embargo, les tomo por sorpresa desmontando su teoría de positivismo: «El vaso tiene una mitad llena y una mitad vacía, quedarse con cualquiera de las dos, aunque sea la llena, significa no ver la realidad, lo que imposibilita entender qué se necesita».
La anécdota es una muestra de cómo la sociedad está dirigida por el positivismo. Sin extendernos en pruebas innecesarias, basta con echar un vistazo a las frases que se repiten robóticamente en situaciones difícil de resolver como cuando algo no te sale bien: «lo importante es la actitud»; o si te pasa algo malo: «no pienses negativo, atrae negatividad», etc. En Hasta los cojones del pensamiento positivo de Buenaventura del Charco Olea (2023, Ediciones Martínez Roca), una texto mordaz y honesto escrito con la misma sutileza que la lencería de esparto (engancha el lenguaje políticamente incorrecto desde el titulo hasta el final), se echan por tierra los edulcorados mensajes de autoayuda que limitan la tristeza, la rabia, la culpa, el miedo, el asco o la vergüenza. Porque estas emociones desagradables y las necesidades que generan cada una de ellas necesitan la misma atención que la alegría, la serenidad, la valentía o la simpatía.
Buenaventura del charco: «la positividad es un nuevo tipo de postureo»
¿Por qué decidiste escribir este libro?
Lo primero fue por indignación. Soy psicólogo de trinchera, no orador. Atiendo a pacientes en consulta y veía a gente con su dolor (porque le había dejado la novia o le fastidiaban en el trabajo), que añadían el dolor de sentirse culpables porque estaban siendo tóxicos al no ser positivos. Empecé a ver que que ese pensamiento además de naif, era muy dañino porque estaba culpabilizando a la gente por una reacción normal.
¿Necesitamos ser positivos para ser felices?
Creo que lo que necesitamos es ser honestos con nosotros mismos. La gente cree que para enfrentar el dolor hay que ser positivo y yo creo que ser positivo es algo que hacemos para tapar el dolor. Tenemos una sociedad que le tiene miedo al dolor y estamos empezando a utilizar la técnica psicológica como un aliviadero, un sustituto de enfrentarse a los problemas. Y lo que hace falta es ser honestos con cómo estoy.
¿Nos ayuda en algo tener una mentalidad positiva?
En el corto plazo, puede. También hay técnicas del pensamiento positivo que ayudan a sentirnos seguros, por ejemplo, antes de tener que hablar en público, pues me digo algo que me ayude a ser optimista y sentirme más competente. Pero, ¿por qué yo no puedo reconocer que me cuesta hablar en público? Y, ¿por qué yo me exijo siempre hacerlo bien?
¿A dónde nos lleva ver todo de color de rosa?
Detrás del positivismo hay mucha autoexigencia y perfeccionismo. Para mí la positividad es un nuevo tipo de postureo llevado a lo psicológico. Igual que tengo que estar fuerte y tener abdominales, tengo que tener una mentalidad positiva porque eso es lo que hoy en día dicen que es bueno.
¿Debemos desconfiar de todo lo positivo?
Hay que entender las herramientas y desde donde se utilizan. Por ejemplo, un ansiolítico quita la ansiedad y eso puede ser bueno si lo utilizo y despues me enfrento a lo que tengo que enfrentar. Pero si me tomo el ansiolitico pero no veo de donde viene la ansiedad, que es como la fiebre indicando una infección, ese problema va a ir a más. Hay que buscar donde está la infección, abrir la herida, apretar y sacar el pus. Y lógicamente eso duele, pero es la es la única solución.
¿Cuales son los límites saludables de esta perspectiva versus negatividad?
Ver el vaso medio lleno es una distorsión y verlo medio vacío, también. Tenemos que tener la capacidad de verlo medio lleno y medio vacío, entender la realidad. Y ver también mi realidad interna, cómo me siento yo ante ese vaso medio lleno y medio vacío.
¿Qué hacemos si tenemos un mal día o una mala temporada?
Hay una diferencia entre permitirnos el derecho al malestar versus instalarnos en el malestar. Si he tenido un día de mierda, voy a llorar y voy a poder incluso mirarme de una manera compasiva, como a un amigo que lo pasa mal. Es clave la honestidad emocional y entender que reprimir las emociones y los pensamientos negativos siempre crea ansiedad.
Tenemos derecho a estar mal…
Nos hemos privado de ese derecho. Nos damos lo que debería ser y eso nos deshumaniza. No nos permitimos el malestar y nos culpabilizamos por ello. Eso nos impide entendernos, porque en vez de mirar lo que está pasando y como lo vivo, estoy mirando lo que tendría que ser. No sabemos vivir con el dolor y la frustración, nos hemos convertido en una cultura que les tiene mucho miedo y, al final, nos sobreprotegemos. Eso crea una serie de dinámicas donde es peor el remedio que la enfermedad.
Un consejo que funcione
Una cosa que recomiendo mucho es escribir cómo te sientes ante eso que te ha dolido y luego plantéate qué es tratarte bien. Por ejemplo, si yo escribo que mi jefe me trata mal y ocurre con relativa frecuencia, lo primero es pensar cómo me hace sentir que mi jefe me trate mal (¿ansiedad, humillación?) y como quiero tratarme (¿culpabilizarme? ¿auto exigirme?) para después ver qué voy a hacer: ¿me voy a quedar en un sitio donde me tratan mal o voy a intentar ponerle límites a mi jefe de manera asertiva? ¿qué acciones voy a tomar para para solucionar el problema? La clave está en la honestidad emocional, la lealtad y el respeto con uno mismo.