México sigue siendo el país más mortífero para los periodistas en el hemisferio occidental. Con una violencia en aumento, la situación preocupa a las organizaciones de Derechos Humanos, que le exigen mayor compromiso en ese tema al Gobierno de López Obrador.

Desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO)  tomó protesta como presidente de México, el mandatario ha dado un giro de 180° en lo que respecta a la relación que los anteriores gobiernos mexicanos habían mantenido con los medios de comunicación.

En comparación con el hermetismo que caracterizó a la presidencia de Enrique Peña Nieto, quien realizó contadas comparecencias públicas durante su sexenio, AMLO, por su parte, se ha caracterizado por la búsqueda de un modelo más abierto y próximo a la ciudadanía.

La insignia de este modelo son las llamadas conferencias ‘Mañaneras’, toda una marca del nuevo presidente. Se trata de las comparecencias de prensa que el mandatario ofrece todos los días de lunes a viernes a las siete de la mañana ante periodistas de todos los medios de comunicación que quieran asistir.

Muchos las consideran un gran ejercicio democrático: «Ningún presidente mexicano ha mostrado ese tipo de apertura hacia la prensa (…) Es algo que aplaudo y que creo que ayuda en, por lo menos, definir una nueva política en materia de acercamiento a no solo los reporteros, sino también a la ciudadanía», sostiene Jan-Albert Hootsen, de la organización para la libertad de prensa Committee to Protect Journalists (CPJ).

Sin embargo, tal y como señala Hootsen, «la política de comunicación de este Gobierno también genera varios problemas», especialmente en lo que se refiere al tono hostil que ha utilizado López Obrador en distintas ocasiones para contestarle a algunos periodistas críticos con su gestión. El mandatario ha utilizado expresiones despectivas como «el hampa del periodismo» o «prensa fifi» para desprestigiar, principalmente, a medios conservadores.

Pero los desplantes no se quedan ahí, meses atrás López Obrador dijo, ante una centena de comunicadores, que ellos no solamente eran «buenos periodistas», sino que además eran «prudentes» y añadió «si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede». Sus palabras levantaron rápidamente una tormenta de críticas en las redes sociales.

En otra ocasión, el presidente fue ampliamente cuestionado por haber pedido al diario Reforma que revelara sus fuentes después de que el medio de comunicación publicara la carta privada que López Obrador envió al rey de España en la que este pedía a la Corona española que se disculpara por los crímenes cometidos durante la Conquista.

Todos estos actos, sumados a una sistemática narrativa de deslegitimación, se vuelven alarmantes, sobre todo, porque como señala Hootsen, las palabras del mandatario son vistas «por seguidores fanáticos del presidente como una luz verde para generar campañas de desprestigio contra la prensa considerada hostil», algo que se traduce en agresiones en la red contra estos periodistas.

Si bien, por el momento, esa violencia no se ha traducido en actos físicos, son cada vez más las voces que consideran que esa narrativa, además de ser como alguno califican de indigna de un jefe de Estado, incrementa la inseguridad que ya de por sí viven muchos de los periodistas en México. El país, según señala Reporteros sin Fronteras, es -a excepción de los Estados en guerra- el más mortífero para aquellos que ejercen esa profesión.

Article 19, una de principales organizaciones defensoras de la libertad de expresión en el país, expuso que fuerzas de seguridad del Estado se han visto involucradas en algunos ataques a periodistas. La entidad ha llegado a denunciar que se ha intensificado un patrón alarmante en algunas zonas del país «en el que las autoridades son las principales agresoras de la prensa».

«La impunidad es lo que más estimula que este tipo de ataques se repitan»: Roberto Rock

A nivel general, lo que piden las organizaciones que defienden el libre ejercicio de la libertad de prensa es que el Gobierno trabaje por asegurarse de que los actores de los crímenes paguen por ellos, ya que «la impunidad es lo que más estimula que este tipo de ataques se repitan», como denuncia Rock. Y no lo denuncia en vano. Los crímenes cometidos contra periodistas en México tienen un índice de impunidad del 99,13%.

El relato del Presidente

Para el presidente Obrador los medios de comunicación, cito: “Han olvidado la ética y han olvidado de que los medios de información (sic) deben de estar lo más cerca que se pueda a los ciudadanos y a la verdad, y lo más distante que sea posible del poder, del poder político y del poder económico, ese es el periodismo. En este caso no es así, todos en contra de nosotros. Pero no nos vamos a mover porque nos convertiríamos en cómplices de la corrupción”.

Así Obrador plantea un binomio. Nosotros, el gobierno cerca de los ciudadanos, enfrentados al corrupto poder económico y político que -a decir de él- los medios defienden.

Los medios, en el relato que López Obrador viene construyendo desde que asumió el cargo, son cómplices y agentes del “conservadurismo”, el “neoliberalismo” e “intereses privados” ajenos a los intereses del “pueblo bueno y sabio” que él, y solo él, representa.

Los medios, de forma inexplicable si atendemos a lo que hemos visto ya en otros países —el Estados Unidos de Donald Trump, el Brasil de Jair Bolsonaro, la Rusia de Vladimir Putin, la Polonia de Andrzej Duda—, caen en el juego amañado que plantea el presidente y sus voceros. Y le dan justo lo que necesita.

Amplifican el mensaje diseñado desde Palacio; sepultan sin querer los temas incómodos o inconvenientes para el proyecto oficialista; y asumen, de cara a la audiencia, el papel que el presidente ha escrito para ellos y que recalca día a día desde la pantalla más importante y vista del país: enemigos del pueblo, cómplices del poder, agentes de la oposición.

Esta es la llave de judo que buena parte de la prensa no parece querer entender: mientras sigan siendo percibidos como “oposición” por una audiencia que mayoritariamente apoya al presidente y desconfía de ellos (solo 39% de los mexicanos confía en los medios según el Digital News Report 2020 del Reuters Institute, una caída de 11 puntos respecto al año anterior), sus críticas, justificadas o no, caerán en saco roto y, en realidad, servirán para apuntalar el relato oficial y seguir oscureciendo las verdades incómodas para el gobierno.

Con información de France 24 y The Washington Post

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