Corea del Sur y Taiwán, se unieron a China para oponerse al plan de Japón de liberar -en dos años- agua radiactiva de la planta de energía nuclear de Fukushima Dai-Ichi en el Océano Pacífico.
Los tres gobiernos asiáticos, todos con costas cercanas, criticaron rápidamente el anuncio de Japón acerca de que realizaría liberaciones controladas que se espera duren varias décadas. Corea del Sur dijo que la medida representaba un riesgo para el medio ambiente marino y la seguridad de los países vecinos, mientras que China se reservó el derecho a tomar más medidas.
“A pesar de las dudas y la oposición nacional e internacional, Japón ha decidido unilateralmente liberar las aguas residuales nucleares de Fukushima en el mar antes de agotar todas las formas seguras de eliminación y sin consultar plenamente con los países vecinos y la comunidad internacional”, remarcó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, a reporteros en Beijing. “Esto es muy irresponsable”.
Estados Unidos, por otro lado, señaló que el enfoque parecía estar en línea con los estándares globales, mientras que el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica dijo que el organismo global ayudaría a garantizar que el plan se lleve a cabo “sin un impacto adverso en la salud humana y el ambiente.”
“La eliminación del agua tratada es un tema inevitable para el desmantelamiento de la planta de energía nuclear de Fukushima”, sostuvo el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga.
La decisión pone fin a años de debate sobre cómo desechar el agua, que es suficiente para llenar más de 500 piscinas olímpicas y se ha filtrado a los reactores que sufrieron derrumbes del núcleo después de un terremoto y un tsunami en 2011.
Mientras tanto…
Mientras Tokyo Electric Power cicla en el agua para mantener el combustible y los escombros frescos en el sitio de Fukushima, el agua subterránea fresca fluye a diario y se contamina. Esa agua se bombea y se limpia en un proceso que elimina la mayoría de los elementos radiactivos excepto el tritio. Luego, se almacena en uno de los aproximadamente mil tanques en el sitio, que se prevé que estén llenos a mediados de 2022.
Greenpeace criticó el plan de Japón de liberar el agua tratada de Fukushima en el océano y dijo que hay otras opciones que deben considerarse.
“En lugar de utilizar la mejor tecnología disponible para minimizar los peligros de la radiación almacenando y procesando el agua a largo plazo, han optado por la opción más barata, vertiendo el agua en el Océano Pacífico”, dijo el grupo. Con información de El Financiero