El segundo juicio político, conocido en Estados Unidos como impeachment, al expresidente Donald Trump arrancó este martes en un Senado totalmente dividido, por lo que difícilmente será condenado por su responsabilidad en el asalto al Capitolio.
Los 100 senadores ejercerán como jurado para valorar la acusación de “incitación a la insurrección” por la irrupción de una turba de sus seguidores en el Capitolio, que dejó 5 muertos.
La jornada será histórica ya que se trata del primer mandatario en enfrentar por segunda vez un impeachment y también el primero sometido a un juicio político después de abandonar el poder.
El hecho de que ya no esté en el poder hace que Trump no pueda enfrentar la consecuencia automática de un juicio político: la destitución; pero abre la puerta a que lo inhabiliten, lo que quebraría sus incipientes planes de volver a presentarse a unas elecciones presidenciales.
¿De qué se trata?
Un juicio político es un proceso mediante el cual el poder Legislativo puede destituir a un presidente si considera que ha cometido un crimen. Según refleja la Constitución, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles “serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores”.
Dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso debido a una actividad criminal, abuso de poder o cualquier otra presunta infracción.
En este juicio -el segundo para el propio Trump- Los fiscales invitaron a Trump a declarar como testigo, pero este declinó la propuesta. Sin embargo, se necesitan dos tercios para declarar culpable al expresidente, que de lo contrario queda absuelto.
Y en este momento, los dos partidos se reparten a partes iguales los 100 escaños del Senado, de manera que el segundo juicio político contra Trump solo podría salir adelante si 17 senadores republicanos votan con los demócratas, algo que por ahora parece improbable. Con información de Forbes