Desde hace mucho tiempo se sabe que existían amplias redes comerciales entre los pueblos de Eurasia en la antigua Edad de Bronce, hace más de 3.000 años. Sin embargo, a pesar de este activo intercambio, la llanura Panónica, que hoy incluye partes de Rumanía, Hungría y Serbia, se percibía como un territorio relativamente aislado.

Según informa Science, esta percepción persistió incluso después de que hace dos décadas se descubrieran en la región imponentes recintos de la Edad del Bronce, custodiados por extensas murallas y zanjas de varios kilómetros de longitud. «Se consideraban unicornios en el paisaje», declaró a Science Barry Molloy, arqueólogo del University College de Dublín.

Casi todos los yacimientos de ETG se encuentran a menos de 5 km de otro y están alineados a lo largo de un corredor fluvial formado por el Tisza y el río Danubio.

Ahora, sin embargo, utilizando imágenes de satélite y fotografías aéreas, arqueólogos del University College de Dublín, junto con colegas de Serbia y Eslovenia, han revelado una red de más de 100 yacimientos de la Edad del Bronce hasta ahora desconocidos en las llanuras serbias.

Sociedad compleja en el corazón de Europa
Este descubrimiento sugiere que estas estructuras formaban parte de una sociedad compleja con una extensa red de asentamientos que participaba en un próspero comercio a escala continental hace unos 3.600 años. Además, se cree que estos yacimientos recién identificados podrían arrojar luz sobre el origen de las megafortalezas contemporáneas, las construcciones prehistóricas más grandes antes de la Edad de Hierro.

«Algunos de los mayores yacimientos, que denominamos megafortalezas, se conocen desde hace años, como Gradište Iđoš, Csanádpalota, Sântana o el alucinante Corneşti Iarcuri, rodeado por 33 km de fosos y que empequeñece en tamaño a las ciudadelas y fortificaciones contemporáneas de los Hititas, Micénicos o Egipcios», declaró en un comunicado Molloy, autor principal del estudio publicado en la revista PLOS One.

«Lo nuevo, sin embargo, es descubrir que estos enormes yacimientos no estaban aislados, sino que formaban parte de una densa red de comunidades estrechamente relacionadas y codependientes. En su momento álgido, los habitantes de esta red de yacimientos de la Panonia inferior debían de ser decenas de miles», agregó el profesor. El estudio detalla cómo los arqueólogos identificaron por primera vez estos recintos en 2015 examinando imágenes de Google Earth, destacando la singularidad de obtener un nivel de detalle tan exhaustivo sobre la distribución y organización de estos asentamientos en una zona específica.

Centros de innovación en la Europa prehistórica

Estos yacimientos, denominados colectivamente Grupo de Yacimientos del Tisza (GET), se encuentran a menos de 5 kilómetros unos de otros y se extienden a lo largo del corredor fluvial creado por el río Tisza y el Danubio. La proximidad sugiere que estas comunidades eran probablemente cooperativas, permitiéndoles expandirse de manera efectiva.

Los investigadores utilizaron Google Earth para identificar terraplenes circulares y zanjas profundas como ésta en el norte de Serbia.

De manera interesante, la investigación también revela que las ETG fueron centros de innovación en la Europa prehistórica y desempeñaron un papel crucial entre 1500 y 1200 a.C., un periodo que coincide con el apogeo de los micénicos, los hititas y los egipcios del Nuevo Reino, lo que aporta además nuevos datos sobre las conexiones europeas en el segundo milenio a.C., un importante punto de inflexión prehistórico.

El estudio sugiere así que las avanzadas tecnologías militares y de movimiento de tierras de esta sociedad se propagaron por toda Europa después de su colapso en el 1200 a.C., lo que contribuyó a explicar las similitudes en la cultura material y la iconografía en toda Europa a finales del segundo milenio a.C.

En concreto, según Science, el hallazgo de carros de arcilla y armamento en los cementerios cercanos indica que los habitantes de estos recintos estaban «familiarizados con la guerra», no entre ellos, sino con el mundo exterior.  «Nuestra comprensión del funcionamiento de su sociedad cuestiona muchos aspectos de la prehistoria europea. Sería muy improbable que cada uno de estos más de 100 yacimientos fueran jefaturas individuales que competían entre sí», dijo Molloy.

La arqueología es algo más que paletas y agujeros

Para detectar estos recientes hallazgos arqueológicos, el equipo desplegó una amplia gama de tecnologías de imágenes de última generación con el objetivo de cartografiar el antiguo paisaje. Contrariamente a la noción popular de que la arqueología se limita solo a paletas y pinceles, meticulosamente escarbando en el suelo milímetro a milímetro, el profesor Molloy desmitifica esta percepción.

«Empleamos un aluvión de tecnologías de vanguardia y, en este trabajo, nos basamos en gran medida en imágenes procedentes del espacio para descubrir una red desconocida hasta ahora de yacimientos masivos en el corazón de la Europa continental: la cuenca de los Cárpatos», aseguró.

Aun así, además del análisis de imágenes satelitales, los investigadores exploraron el yacimiento tanto en avioneta como personalmente, descubriendo numerosas estructuras y artefactos «ocultos a simple vista», según informó Science. La datación por radiocarbono de huesos de animales dispersos confirmó la antigüedad del asentamiento, según Molloy.

«Habría estado ocupada entre 1600 y 1200 a.C.», explicó el profesor. «En ocasiones hemos encontrado trozos de barro quemado, lo que indica que las estructuras habían sufrido daños por el fuego. El barro se aplicaba a las paredes de palos finos (zarzo) para construir estructuras como casas en el pasado», aseguró.

Abandono del asentamiento hacia el 1200 a.C.

No obstante, algo salió mal alrededor del 1200 a.C los recintos fueron abandonados, y pruebas indican que algunos fueron desmantelados intencionalmente, con zanjas rellenadas y muros derribados. La causa exacta del abandono no está clara, pero evoca colapsos similares en sociedades desde Egipto hasta el norte de Alemania en la misma época.

«Esto sigue siendo un poco un misterio por ahora», dijo Molloy. «Es posible que simplemente se volvieran más móviles y se desplazaran por el paisaje de forma menos constreñida». «Es fascinante descubrir estos nuevos sistemas de gobierno y ver cómo se relacionaban con sociedades influyentes ya conocidas, pero al mismo tiempo resulta aleccionador comprobar cómo acabaron sufriendo un destino similar en la oleada de crisis que asoló esta región más amplia», concluyó.

Con información de DW

Por Redaccion Digital

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