Los feminicidios en el país generan una crisis de seguridad que es necesario que el Gobierno atienda en todos sus órdenes, los gobernantes deben escuchar a los movimientos feministas y entablar un diálogo con las mujeres para acelerar los mecanismos que permitan garantizar la igualdad así lo consideró Belén Sanz Luque, representante de la ONU Mujeres en México.
«Las mujeres están hartas, están enojadas porque son demasiados años de impunidad, desigualdad y violencia. Nos parece muy importante que el gobierno escuche estas voces», expuso.
Por su parte la Organización de las Naciones Unidas México consideró quelLa desigualdad de género prevalece: las mujeres siguen trabajando más y ganando menos, tienen menos opciones de desarrollo y sufren múltiples formas de violencia en el hogar y en los espacios públicos. La desigualdad que enfrentan genera que estos niveles de violencia se incrementen de manera alarmante.
Reconoció que en México desde la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing hace 25 años ha habido logros en el avance hacia la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, pero ni este ni ningún otro país pueden presumir de haberla alcanzado.
Por eso la ONU en México llama a hacer un balance de los progresos y reducir las desigualdades persistentes con acciones audaces y decisivas, poniendo atención urgente a la creciente violencia contra niñas, jóvenes y mujeres.
“El feminicidio es la manifestación más extrema de la violencia que viven las mujeres y las niñas. En América Latina y el Caribe se ubican 14 de los 25 países con mayor incidencia de feminicidios en el mundo. En México, 3,825 mujeres fueron víctimas de homicidio en 2019, lo que significa que 10 mujeres son asesinadas cada día.
La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras. Esta violencia es causa y efecto de la desigualdad y la discriminación de género y forma parte de un continuum de violencia que de manera regular y sistemática viven mujeres y niñas en todos los ámbitos y etapas de sus vidas, y que está enraizado en los modelos culturales sexistas.
Adicionalmente, la intersección de otros ejes como la desigualdad y otros factores contextuales como la pobreza, el origen étnico, la discapacidad, el estatus migratorio, condición de refugiadas, orientación sexual, la identidad de género diversa y el cambio climático, entre otros, pueden aumentar la vulnerabilidad de mujeres y niñas y condicionarlas a enfrentar barreras adicionales para acceder a la justicia y a servicios de protección y apoyo.
Decir que la muerte de una mujer ocurrió “por razones de género” o “por su género” es reconocer que esa muerte no es un evento individual ni aislado, sino que está directamente relacionada con las características de la víctima.
«Para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas es fundamental garantizar el acceso a la justicia y el combate de la impunidad, con una perspectiva de género y que ponga en el centro a las víctimas, a las sobrevivientes y a sus familias», puntualizó.