En los Estados Unidos, investigadores desarrollan partículas similares a los virus que infectan bacterias que ofrecen ventajas para la administración de terapia génica. Los virus son verdaderos expertos en introducirse en las células de otros organismos para manejar su maquinaria y conseguir multiplicarse.
Es una habilidad viral que, sin embargo, la biotecnología está aprendiendo a utilizar en nuestro propio beneficio. Por ejemplo, ya se emplean virus modificados como vectores de la terapia génica, que necesita introducirse en las células de un paciente para corregir un determinado defecto genético.
Esos vectores, no obstante, todavía no son demasiado eficientes en muchos casos. Diferentes líneas de investigación tratan de mejorar de forma significativa la forma en que pueden emplearse esos ‘vehículos’ para llevar a las células una determinada terapia.
Una investigación publicada en el último número de Nature Communications aporta una interesante alternativa para conseguir esa mejora. Se trata de un nuevo vector artificial que, al contrario que otras opciones, se ha desarrollado a partir de fagos, los virus que infectan a las bacterias.
En concreto, los autores de este desarrollo, investigadores de la Catholic University of America de Washington (EEUU), han utilizado un fago denominado T4 para desarrollar un vector sintético que tiene una mayor capacidad que otras opciones para transferir material genético y proteínas y permite administrar secuencias genéticas de gran tamaño, una necesidad en el tratamiento de determinadas enfermedades genéticas.
Medicina personalizada cambiaría
La tecnología, señalan los autores en la revista científica, «tiene el potencial de transformar las terapias génicas y la medicina personalizada».
Como prueba de concepto, los investigadores generaron un vector viral a partir del fago que fue capaz de transferir el gen de la distrofina en células humanas en el laboratorio. El experimento solo se llevó a cabo en líneas celulares, no en modelos animales ni en personas.
Esa es la principal limitación del estudio que ha destacado Gloria González Aseguinolaza, investigadora del Programa de Terapia Génica y Regulación de la Expresión Génica y directora de Innovación y Transferencia del Cima Universidad de Navarra. «El estudio carece de datos en animales, y es ahí donde se van a encontrar los problemas. Es un vector muy grande y complejo y es muy probable que su eficacia in vivo sea reducida e induzca respuestas tóxicas e inmunitarias, como ocurre con los virus de gran tamaño, lo cual condicione su eficacia terapéutica», señaló en declaraciones a Science Media Centre España.
En la misma línea se ha pronunciado Miguel Chillón, jefe del Laboratorio de Terapia Génica en Enfermedades Neurodegenerativas de la Unidad Mixta VHIR-UAB. «Se trata de un sistema interesante, que aborda muy bien uno de los problemas importantes como es el de la cantidad de material genético, pero aún quedan puntos importantes por resolver, sobre todo y muy especialmente el de la respuesta inmunitaria que pueden inducir, antes de que se pueda pensar en utilizar en humanos».
«Es un muy buen estudio preliminar que se centra en la creación de un nuevo modelo de transferencia génica basado en el fago bacteriano T4. Científicamente, el artículo aborda uno de los principales aspectos en el campo de la transferencia genética, como es el de la cantidad de material que puede transferir, que en este caso es muy relevante», ha subrayado a SMC España.
«La principal ventaja que aporta es la capacidad de poder llevar hasta 170 kilobases de material genético, pero también de proteínas, como por ejemplo las necesarias para la edición génica. En cuanto a las limitaciones, hay algunas muy importantes. Dos de ellas las comenta el mismo artículo al final de la discusión: la respuesta inmunitaria y la posibilidad de eventos off-target asociados a los sistemas de edición génica. A ello sumaría la muy poca capacidad de mantener una expresión estable del gen terapéutico a lo largo del tiempo -a menos que se introduzcan nuevos sistemas en el genoma que transportan estos AVVs [vectores virales artificiales]- y la especificidad de transducir tipos celulares de forma eficiente, a menos que se generen nuevas versiones con nuevas proteínas externas que hagan de ‘puente'»
«La más relevante y difícil de evitar de todas las limitaciones es la respuesta inmunitaria que posiblemente inducirá. Diría que precisamente por ello los autores no han mostrado experimentos in vivo en modelos animales, porque con todo lo que han hecho ese último experimento sería fácil y le daría una relevancia muy grande», ha concluido.