En el mundo miles de personas toman tratamientos anticoagulantes para tratar las enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en todo el mundo. La coagulación es un proceso que está continuamente funcionando en nuestro organismo, reparando pequeñas fisuras en los vasos sanguíneos sin que, muchas veces, apreciemos una señal de ese daño. Estas roturas pueden producirse de manera espontánea o haber sido causadas por una enfermedad o un traumatismo: heridas, hematomas o también conocidos como moretones.
Hay personas con una alta predisposición a padecer trombosis (formación de un coágulo dentro del sistema vascular), por lo que deben administrarse tratamientos anticoagulantes para reducir el riesgo de sufrir una embolia (cuando un coágulo obstruye un vaso sanguíneo) o un ictus. También los pacientes con protésis valvulares del corazón y fibrilación auricular deben controlar sus niveles de coagulación mediante estos fármacos.
Tal y como señala el doctor Nicasio Pérez Castellano, quién fue presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología, si no se padece ninguna enfermedad que afecte a la coagulación sanguínea, el efecto de la alimentación en este proceso es mínimo e insignificante.
Sin embargo, si un paciente está medicado con debe controlar su dieta, en especial si toma anticoagulantes de los llamados dicumarínicos, que actúan como antagonistas de la vitamina K, una vitamina clave en el proceso de coagulación de la sangre y que se encuentra también en algunos alimentos.
Recomendaciones para que la alimentación resulte más favorable a la acción de los anticoagulantes
Es importante llevar una dieta saludable, variada y constante, sin realizar cambios bruscos. Las dietas de adelgazamiento deben realizarse exclusivamente bajo un estricto seguimiento médico.
Las verduras de hoja verde como las acelgas, las espinacas y la lechuga y otras como el brócoli y la coliflor son ricas en vitamina K (precisamente la vitamina inhibida por el Sintrom), de manera que favorecen los procesos de coagulación de la sangre. Lo mismo puede ocurrir si se toma mucho hígado de cerdo o de cordero porque la vitamina K se sintetiza en ese órgano
“Es mucho mejor -advierte el doctor- tomar un poquito de estas verduras todos los días porque son muy saludables en lugar de hacerlo de manera salteada. No se deben suprimir estos alimentos, sino tomarlos de manera constante”.
El efecto contrario lo encontramos en el alcohol y en algunos los alimentos con vitamina E que diluyen la sangre, como el juego de arándanos o el ajo en cantidades excesivas.
También pueden afectar a los procesos de coagulación de la sangre los antibióticos y algunos productos de herbolarios.
Riesgos de los anticoagulantes
Además de los cambios bruscos en la dieta, existen otros riesgos a tener en cuenta, ya que al modificar el sistema de coagulación para diluir la sangre, la persona se vuelve más vulnerable a las hemorragias, “sobre todo si hay un descuido en la toma de los medicamentos o si se produce alguna interacción con otros fármacos y alimentos”, indica el doctor Pérez Castellano.
La gravedad de la hemorragia va a depender de la cuantía de sangre y del lugar donde se ha desatado. Además, los accidentes de tráfico o las lesiones deportivas son más peligrosas en los pacientes tratados con anticoagulantes, por lo que “es recomendable no realizar actividades físicas que puedan comportar un riesgo de traumatismo y sangrado importante”, afirma. Con Información de la Agenda EFE.