Francisco Toledo, uno de los mayores exponentes artísticos de México, falleció este jueves a los 79 años, dijo la Secretaría de Cultura, sin especificar las causas del deceso, aunque trascendió que algunos de sus familiares revelaron que el pintor falleció víctima del cáncer. El artista plástico también se destacó por su destacada labor como activista de izquierda, luchador social, ambientalista, promotor cultural y filántropo, residía en el estado de Oaxaca, donde desarrolló gran parte de su fructífera carrera.
“Desde la Secretaría de Cultura lamentamos profundamente el fallecimiento de Francisco Toledo, quien no solo fue conocido por su talento y el toque irreverente y transgresor de sus obras sino también por ser un luchador social”, escribió la Secretaría de Cultura en su cuenta de Twitter.
“México ha perdido a uno de sus más grandes artistas”, agregó y acompañó el mensaje con una foto de Toledo volando una cometa de papel con la cara de uno de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014 en el centro del país.
El artista, conocido mundialmente por su espeso bigote cano y su pelo desaliñado, sacudió el statu quo de la escena artística mexicana en la década de 1960 con su nuevo enfoque de la pintura, la escultura, la impresión, el tejido de tapices y la preservación del patrimonio cultural que lo inspiró.
Su trabajo, lleno de monos, murciélagos, iguanas, sapos, insectos y esqueletos en tonos terrosos, reflejaba su origen indígena y su amor por la naturaleza. También marcó una desviación de los muralistas que se inspiraron fuertemente en los conflictos civiles que dominaron la escena durante la mayor parte de la primera mitad del siglo XX en el país latinoamericano.
Sus obras están expuestas en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) -que fundó en 1988- y en museos y galerías de renombre en México, París, Nueva York y Londres.
¿Quién era?
Toledo nació el 17 de julio de 1940 en Oaxaca, en pleno corazón de la cultura zapoteca. Fue el cuarto de siete hijos de Francisco López y Florencia Toledo. Se caso más de una vez y tuvo cinco hijos. Desde temprana edad demostró habilidades para el dibujo y las artes plásticas. En 1960 llegó a París, donde permaneció un lustro perfeccionando su técnica. Allí conoció al también pintor oaxaqueño Rufino Tamayo.
A lo largo de su destacada carrera, se mantuvo fiel a sus orígenes a pesar de las numerosos viajes al extranjero para exponer su arte, desde Tokio a Los Ángeles. Además, rechazó toda clase de reconocimientos, preseas, diplomas y homenajes que distintas instituciones quisieron hacerle.
Toledo dirigió campañas para preservar el patrimonio local, luchando para evitar la construcción de hoteles, nuevas carreteras y la apertura de un restaurante McDonald’s en la plaza principal de la capital de Oaxaca. Ayudó a detener un proyecto para instalar un teleférico en Monte Albán, uno de los sitios arqueológicos más llamativos de México.
Fiel a su estilo irreverente y acogiéndose a un programa de pago en especies de la Secretaría de Hacienda para cubrir sus impuestos, el artista entregó en 2001 “Los cuadernos de la mierda”: 27 tomos con 1,500 imágenes de seres que defecan, entre los que destacan calaveras, perros, demonios y peces. Con información de la Agencia Reuters.