Posiblemente, hayan oído especulaciones sobre cuán peligrosas pueden ser las radiaciones electromagnéticas de los celulares y las tecnologías inalámbricas. Un nuevo estudio aporta pruebas exhaustivas de que el uso del teléfono móvil no está relacionado con el cáncer.
El trabajo supone la mayor revisión sobre el tema realizada hasta la fecha y se suma a una larga serie de investigaciones que demuestran que las tecnologías inalámbricas no dañan el cuerpo humano. La revisión fue encargada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y publicada en Environment International.
«En lo que respecta al tema principal, los teléfonos móviles y los cánceres cerebrales, no encontramos ningún aumento del riesgo, ni siquiera tras más de 10 años de exposición y categorías máximas de tiempo de llamada o número de llamadas», afirma Mark Elwood, de la Universidad de Auckland (Australia), coautor del informe.
El uso del celular no aumenta el riesgo de cáncer de cerebro
El estudio surgió a partir de la preocupación por el hecho de que los teléfonos sostenidos contra la cabeza emitan ondas de radio al cerebro. El trabajo analizó más de 5.000 estudios. «Para este informe, se incluyeron los cánceres de cerebro, glándula pituitaria, glándulas salivales y leucemias», explica Elwood. Ninguno de los estudios evaluados en la revisión mostró un mayor riesgo de cáncer cerebral con el uso del teléfono móvil.
«Las evidencias no apoyan un mayor riesgo de cánceres por el uso de teléfonos móviles. Además, no hay pruebas que respalden ningún riesgo derivado de los transmisores de radiodifusión o las estaciones base», afirma en un comunicado de prensa Keith Petrie, del Departamento de Medicina Psicológica de la Universidad de Auckland (Australia).
Cantidades ínfimas de energía
Los teléfonos móviles y la tecnología inalámbrica intercambian señales mediante ondas de radiofrecuencia. Las ondas de radiofrecuencia que utilizan las redes de telefonía móvil son una forma de radiación no ionizante, que utiliza cantidades ínfimas de energía para transmitir datos, pero, ni mucho menos, energía suficiente para dañar el cuerpo humano o el ADN.
Esto es válido para todos los tipos de redes de telefonía móvil: WiFi, 4G, 5G, Bluetooth, todas se basan en ondas de radio para transmitir datos, al igual que las radios de Frecuencia Modulada (FM). Cada tipo utiliza una frecuencia diferente de ondas de radio, pero ninguna tiene energía suficiente para calentar los tejidos corporales o dañar las células o el ADN.
Las ondas de radiofrecuencia son diferentes de otros tipos de radiación ionizante, como los rayos X, los rayos gamma y los rayos ultravioleta, cuyas radiaciones ionizantes contienen mucha más energía y pueden dañar el ADN, razón por la cual una exposición solar elevada puede provocar cáncer de piel.
Hay también preocupación por si llevar un teléfono en el bolsillo o dejar el enrutador WiFi encendido pueda ser peligroso, pero estos mitos han sido desmentidos por la misma razón: las ondas de radio no causan cáncer. Cuando estamos al aire libre en un día nublado, en realidad estamos expuestos a más rayos dañinos para el ADN que los que recibimos por tener un teléfono móvil en el bolsillo o dejar el enrutador WiFi encendido por la noche.
Firme consenso científico
La preocupación por los efectos de las nuevas tecnologías sobre la salud es habitual, sobre todo cuando hay teorías conspiratorias en internet de por medio. «Esto se vio durante la pandemia de COVID-19, cuando la gente atacaba torres de telefonía móvil creyendo la infundada teoría de que las torres 5G propagaban el coronavirus», afirma Petrie.
El consenso científico se ha mantenido firme: hasta ahora, ningún estudio ha encontrado vínculos entre el uso del teléfono móvil y el cáncer, por lo que podemos estar muy seguros de que las tecnologías inalámbricas no causan cáncer. En general, los datos muestran de forma abrumadora que el uso de teléfonos móviles y tecnología inalámbrica es completamente seguro para nuestro organismo.