Una intensa y poderosa tormenta de nieve desatada en las últimas horas sobre amplios sectores de las regiones de las Grandes Planicies, el Medio Oeste y el Centro Norte de los Estados Unidos, donde viven unas 200 millones de personas, provocó cierres de carreteras y de aeropuertos, cortes de servicios eléctricos y desbordes de ríos.
La tormenta, una “bomba ciclónica” similar a la que atravesó la misma región el pasado 13 de marzo, dejando daños millonarios y al menos cuatro muertos, descargó gran cantidad de nieve principalmente en Nebraska y Dakota del Sur, estados que aún no se han recuperado de las inundaciones provocadas por la tormenta anterior.
Ya con esa experiencia, los gobernadores de los estados afectados tomaron medidas preventivas con suficiente antelación para evitar la circulación de vehículos en las carreteras y para que el personal de emergencias ya estuviese en alerta para realizar rescates. El aeropuerto internacional de St. Paul, en Minneapolis, Minnesota, a donde llegó el temporal antes de cruzar a Canadá, se vio obligado a ordenar a todos los aviones que permanecieran en tierra.
Las tormentas primaverales no son un fenómeno extraño en las regiones centrales de EE.UU. “Durante esta estación el tiempo es como una montaña rusa”, cita AP a Russ Schumacher, climatólogo estatal de Colorado, “Aquí, pasar de una temperatura de 26 °C un día a una tormenta de nieve al siguiente no es algo fuera de lo normal, especialmente en marzo y abril”. Hace justamente cuatro semanas, las mismas regiones fueron azotadas por una bomba ciclónica que resultó en las peores inundaciones en 50 años. No obstante, esta vez las consecuencias no deberían ser tan devastadoras, pronostican los meteorólogos.