Saturno es el segundo planeta más grande del Sistema Solar y es el sexto en orden de distancia del Sol, ubicado a 1.400 millones de kilómetros del astro luminoso. Su composición es gaseosa y es el primer planeta donde se observaron de anillos, compuestos de hielo, roca y polvo (los anillos de Júpiter y Neptuno se identificaron más recientemente).Su nombre surgió en la época de los Griegos y los Romanos, quienes heredaron de los sumerios los conocimientos sobre astronomía y sobre el cielo. Saturno era el dios Romano de la agricultura, padre de Júpiter. Dado que Saturno se encontraba más alejado del Sol en comparación a Júpiter, los antiguos astrónomos lo identificaron como el “padre”.
La majestuosidad del sistema solar ha cautivado a la humanidad durante siglos, y uno de los fenómenos más fascinantes que adornan nuestro vecindario cósmico es la presencia de los icónicos anillos de Saturno. Durante muchos años, los especialista han debatido sobre su edad. En un principio se pensó que surgieron a la vez que el planeta, hace unos 4.500 millones de años, pero un estudio publicado en ‘Science’ en 2019 rebajaba esa cifra hasta dejarla en cien millones, muy poco a escala astronómica.
Un nuevo análisis de los datos captados por la misión Cassini, de la NASA, que orbitó el planeta entre 2004 y 2017, ha dado lugar a un nuevo hallazgo, publicado el 15 de mayo en la revista académica Icarus. Otros estudios, publicados el 12 de mayo en Science Advances llegaron a conclusiones muy similares. «Nuestra conclusión ineludible es que los anillos de Saturno deben ser relativamente jóvenes para los estándares astronómicos, con apenas unos pocos cientos de millones de años», afirmó Richard Durisen, profesor emérito de Astronomía en la Universidad de Indiana Bloomington en un comunicado.
«Si nos fijamos en el sistema de satélites de Saturno, hay otros indicios de que algo espectacular ocurrió allí en los últimos cientos de millones de años. Si los anillos de Saturno no son tan antiguos como el planeta, eso significa que algo ocurrió para formar su increíble estructura, y eso es muy emocionante de estudiar», añadió.
Los anillos de Saturno
Aunque a simple vista parecen sólidos, los anillos de Saturno están compuestos principalmente de partículas de hielo y solo un pequeño porcentaje pertenece al polvo rocoso creado en el espacio por fragmentos rotos de asteroides y micrometeoroides.
Durante la emocionante fase final de la misión Cassini, mientras la nave espacial completaba 22 órbitas entre Saturno y sus majestuosos anillos, los científicos lograron recopilar valiosos datos sobre la presencia de meteoroides que podrían contaminar los anillos, la masa de los anillos en sí y la velocidad a la que el material de los anillos se precipita hacia el planeta. Todos estos datos convergieron hacia una misma conclusión reveladora: los anillos de Saturno son considerablemente más jóvenes de lo que se pensaba anteriormente.
Los científicos lograron hacer una determinación precisa de la cantidad de polvo cósmico que se acumula en los anillos helados de Saturno. A lo largo de un periodo de 13 años, el Analizador de Polvo Cósmico a bordo de la nave Cassini recolectó un total de 163 partículas de polvo provenientes del espacio exterior, mientras orbitaba alrededor del imponente gigante gaseoso. Para sorpresa de los investigadores, los anillos se mostraban ‘limpios’, lo que indicaba que no habían tenido suficiente tiempo para acumular una cantidad excesiva de polvo cósmico.
Mientras tanto, a medida que los meteoroides se infiltran en los anillos, ejercen una fuerza que impulsa el material de los anillos más internos hacia Saturno a una velocidad considerable. La misión Cassini ha observado que los anillos pierden una cantidad significativa de masa por segundo, lo que sugiere que, en términos astronómicos, su existencia es efímera. Los investigadores han estimado que los anillos de Saturno solo perdurarán durante algunos cientos de millones de años, como máximo.
«Hemos demostrado que los anillos colosales como los de Saturno no duran mucho», afirma en un comunicado Paul Estrada, investigador científico del Centro de Investigación Ames, de la NASA, en Mountain View, California. Así, a medida que se siguen desvelando los misterios del sistema solar, los anillos de Saturno se presentan como un recordatorio de que incluso las características más distintivas y deslumbrantes del cosmos están destinadas a evolucionar y desvanecerse con el paso del tiempo.