Tinder cuenta actualmente con millones de usuarios mensuales. En 10 años de existencia, haciendo de la plataforma la más popular en su tipo a nivel mundial. Esto se traduce en un sin fin de personas que están expuestas a diferentes estafas mientras buscan su próxima pareja sentimental o sexual. Aunque cualquier aplicación y red social es susceptible de ser usada para cometer delitos cibernéticos.
Las aplicaciones de citas como Tinder han hecho que la interacción entre dos personas sea más fluida e, inclusive, desaparezcan algunos obstáculos como la vergüenza o los silencios incómodos en una cita tradicional. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, pues tal parece que la ‘app’ ha tenido más desencuentros que corazones felices.
A principios de año, una joven de Australia identificada como Sarah Henley documentó en TikTok cómo optó por pasar la cuarentena con un extraño que conoció en la popular plataforma, cuando se enteró que ambos dieron positivo en sus pruebas de antígenos para detectar el covid-19.
Pero una mujer Japonesa de 65 años, hasta ahora no identificada, no tuvo la misma suerte. El caso trascendió gracias a su testimonio concedido al Daily Mail, en el que narró que un hombre que se hizo pasar por un astronauta Ruso, inscrito en una misión de la Estación Espacial Internacional, estaba perdidamente enamorado de ella.
La supuesta conexión se fue gestando con el paso de las conversaciones, pues el presunto viajero espacial en su soledad, logró convencerla que sentía un amor genuino por ella. Sin embargo, para que este se consumara, él necesitaba “regresar a la Tierra” y, para ello, requería la suma de 4,4 millones de yenes o lo equivalente a 30.000 euros.
De acuerdo con expertos, este tipo de estafas son muy comunes en plataformas como Tinder, Grindr o Bumble, en las que los defraudadores crean perfiles falsos, después establecen contacto con víctimas potenciales en busca del “amor verdadero”; y una vez que ganan la confianza de su interlocutor, inventan un problema de índole económico.
La sexagenaria cayó en la trampa y envió el dinero solicitado para que el supuesto astronauta cubriera “los gastos del cohete y de aterrizaje”. La sorpresa ocurrió cuando, en vez de acudir al llamado de su amada, este le solicitó más recursos; en ese momento, ella entendió que no se trataba de una historia real y decidió acudir a la Policía para escuchar lo que tanto temía: había sido estafada por un profesional en internet.
Las aspiraciones románticas de la ciudadana Japonesa se hundieron en un agujero negro. Hasta ahora, las autoridades no han podido localizar al estafador; algunos internautas creen que el sujeto sigue navegando el universo de Tinder en busca de nuevas presas que quieran visitar la misma galaxia del mal. No le deseamos éxito.