La depresión es una condición de salud mental formal, no una elección personal. El bajo estado de ánimo, los sentimientos de profunda tristeza o desesperación y la pérdida de interés en la vida cotidiana, son los síntomas más característicos. Pueden estar presentes todo el día, casi todos los días, durante al menos dos semanas.
Si bien no existe cura, existen tratamientos eficaces que ayudan con la recuperación anímica, psíquica y física del paciente. Estos abarcan métodos psicofarmacológicos, indicados por un psiquiatra y psicoterapéuticos, a cargo de profesionales de Salud Mental.
Según el Informe Mundial de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de junio de 2022, la depresión y la ansiedad aumentaron un 25% en el primer año de la pandemia. Con ello, el número de personas que padecen una enfermedad mental asciende a casi 1.000 millones. «Además, las pausas en los tratamientos de las enfermedades mentales se han ampliado enormemente», dice un portavoz de la OMS.
¿Pero qué se está haciendo al respecto? En 2020, la OMS estableció la «Iniciativa Especial para la Salud Mental», el programa más ambicioso de la OMS en este ámbito hasta la fecha. 100 millones de personas de 12 países tienen ahora acceso a servicios de salud mental. Entre esos países se encuentran Ucrania, Jordania y Zimbabue.
«Muchos países tienen enfoques muy anticuados para los servicios de salud mental. Estamos trabajando en favor de modernizarlos», dice Alison Schafer, asesora técnica del Departamento de Salud Mental de la OMS, en entrevista con DW.
Desde que comenzó la iniciativa, en enero de 2020, cinco millones de personas más cuentan con apoyo psicosocial y mejor acceso a salud mental, según la OMS. Redes comunitarias brindan apoyo psicosocial, lo que a menudo se lleva a cabo con la ayuda de la familia y de grupos locales. «Allí es donde tenemos el impacto más inmediato en la gente», añade Schafer. «Parece bastante sencillo, pero lo que faltaba era la infraestructura», señala la asesora, resaltando los primeros éxitos en países como Paraguay, donde ahora se ofrecen consultas con psiquiatras por videollamada.
Enfoque integral de la salud mental
«Necesitamos una perspectiva más amplia que la actual, una perspectiva que no se centre únicamente en las intervenciones individuales o en los grupos”, agrega Schafer. Hay que enfocarse en todo un sistema de servicios de salud mental y afines que pueda prestarse no solo en el sector sanitario, sino también en las escuelas, las organizaciones comunitarias y las empresas», destaca Schafer.
Uno de los objetivos de la iniciativa es el apoyo a los grupos de riesgo. Estos grupos de riesgo incluyen a personas que sufren discriminación o violaciones de derechos humanos, como las personas que se identifican como LGBTQ+. «Ya estamos viendo algunos éxitos iniciales, como la comprensión de que la atracción sexual entre personas del mismo sexo no es un trastorno mental, sino que estas personas corren un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales debido al estigma social y a la discriminación, y necesitan apoyo urgente», explica.
Según ella, el éxito de la iniciativa se basa en que el apoyo a la salud mental se fundamenta en pruebas científicas, en décadas de aprendizaje y en la defensa de los derechos de las personas con enfermedades mentales y discapacidades psicosociales.
Renée Eloundou, asesora contra la discriminación en la organización con sede en Berlín «Sources-dʹEspoir” (Fuentes de Esperanza), es crítica con las iniciativas de salud mental que están diseñadas para durar solo durante un determinado lapso. «La ayuda que necesitan las personas no tiene punto final. La inestabilidad mental en la que se encuentran las personas es muy difícil de tratar. Se necesita tiempo para que la gente se abra y hable, y también para crear redes de apoyo».
«Fuentes de Esperanza» ofrece asesoramiento y ayuda a las comunidades de inmigrantes en Alemania. «Las personas que sufren discriminación suelen avergonzarse, o verse a sí mismas como parte del problema. Se sienten ajenas a las estructuras del Estado. Esto, a su vez, las aísla y las hace vulnerables a los problemas psicológicos», concluye Eloundou. Con información de DW