Largos periodos de concentración nos agotan y dificultan a la hora de tomar decisiones. Un estudio revela por qué: tiene que ver con el cerebro y con un aminoácido.
El trabajo físico duro, el deporte y el ejercicio físico sin duda provocan cansancio. Pero el trabajo mental también desgasta. Investigadores franceses han estudiado por qué concentrarse durante horas resulta agotador. Sus resultados, publicados en la revista científica Current Biology, muestran que el agotamiento tiene causas biológicas muy específicas.
¡Concentración, por favor!
En el estudio, se pidió a los participantes, divididos en dos grupos, concentrarse durante seis horas, con dos breves descansos de diez minutos cada uno. A los participantes de un grupo se les mostraban letras cada segundo y tenían que decidir si veían la misma letra que tres paneles antes. Esta era la tarea más exigente. El segundo grupo tenía casi la misma tarea: ellos debían identificar si la letra que se les mostraba era la misma letra que acababan de ver un segundo antes.
«Después de las seis horas, independientemente de la dificultad de la tarea, ambos grupos dijeron sentirse agotados», afirma Antonius Wiehler, autor principal del estudio y científico del comportamiento del Instituto del Cerebro y la Columna Vertebral (ICM) del Hospital Pitié-Salpêtrière de París. Esto también podría deberse al hecho de que estamos condicionados a sentirnos agotados después de un día de trabajo, dice Wiehler.
Una explicación biológica
Pero como la «costumbre» no sirve realmente como argumento científico, los investigadores continuaron buscando una explicación biológica para la fatiga mental. Estudios anteriores ya habían identificado que el córtex prefrontal lateral juega un mayor rol en los procesos de pensamiento y planificación o en la toma de decisiones, pero no habían averiguado por qué exactamente.
Con la ayuda de una espectroscopia de resonancia magnética (MRS), el equipo de científicos investigó el asunto.
«Descubrimos que tiene que ver con el aminoácido glutamato», explica Wiehler. «En los grupos que tenían que resolver las tareas más difíciles, la concentración de glutamato aumentó con el tiempo». Esto, junto con los hallazgos anteriores, apoya la hipótesis de que la acumulación de glutamato dificulta la activación de la corteza prefrontal. Se vuelve más difícil concentrarse.
¿20 euros o 50 euros?
«¿Y qué?», se preguntarán ahora algunos. Al fin y al cabo, ya nos hemos acostumbrado a los límites de nuestro rendimiento cognitivo. Pero el estudio también demuestra que el aumento de los niveles de glutamato influye en nuestras decisiones y, por lo tanto, en nuestra vida cotidiana.
«Pedimos a los participantes tomar decisiones económicas sencillas: ¿Prefieren recibir 20 euros ahora o 50 dentro de un año?». El resultado: los participantes del grupo con la tarea cognitivamente más difícil tendían a preferir el dinero rápido, mientras que el otro grupo pensaba más a largo plazo. «Cuando aparece la fatiga cognitiva, optamos por procesos más sencillos o acciones que no requieran esfuerzo o espera», explica Wiehler. Así que tiene mucho sentido tomar decisiones importantes al principio del día, y no después de un día ajetreado.
¿Existen límites cognitivos?
Pero, ¿hay alguna forma de restaurar o entrenar nuestro rendimiento cognitivo? «Buena pregunta», dice Wiehler, «hasta ahora no sabemos cómo bloquear la liberación de glutamato, ni si es aconsejable».
No está claro si se puede entrenar la resiliencia cognitiva. «Muy posiblemente», dice Wiehler. «Sin embargo, aún no sabemos si esto afecta a las decisiones, ni cómo lo hace. Posiblemente no». Con información de DW