Tras un aguacero, comúnmente la gente enferma, pero no sólo por la empapada, sino porque en ese líquido hay bacterias y elementos químicos dañinos para la salud, que ingresan a nuestro organismo de manera dérmica o por ingesta.
Estas sustancias químicas están en el aire que respiramos, en el agua que bebemos, en la lluvia que cae sobre nuestras comunidades e incluso en nuestra sangre.
Antes bebían agua de lluvia desde tiempos antiguos se reconoce como única fuente de agua potable la lluvia o el agua de pozos profundos. Hace unos 4.000 años existían sistemas en la antigua Palestina y Grecia para recoger la lluvia. Incluso los romanos, con su sistema de acueductos, complementado su abastecimiento de agua con cisternas individuales y patios pavimentados para recoger el agua de lluvia.
El agua de lluvia no es potable en ningún lugar del planeta por su alto nivel de químicos tóxicos, según un nuevo estudio de la Universidad de Estocolmo basado en las últimas recomendaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
Comúnmente conocidas como «Forever chemicals»(químicos perpetuos o eternos, en español) porque se desintegran de forma extremadamente lenta, las PFAS (siglas en inglés de ‘sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas’) se encontraban inicialmente en envases, champú y maquillaje, pero ahora se han extendido a todo el medio ambiente, incluidos el agua y el aire.
Ningún lugar es seguro
«No hay ningún lugar en la Tierra donde la lluvia sea segura para beber, según las mediciones que hemos tomado», dijo a la AFP Ian Cousins, profesor de la universidad y autor principal del estudio, publicado en la revista científica Environmental Science and Technology.
Datos recogidos desde 2010 y estudiados por su equipo muestran que «incluso en la Antártida o la meseta tibetana, los niveles en el agua de lluvia están por encima de las pautas de agua potable que propuso la EPA (Agencia de Protección Ambiental) de Estados Unidos», señaló Cousins.
Normalmente consideradas prístinas, estas dos regiones contienen niveles de PFAS «14 veces más altos» que las nuevas pautas de agua potable de Estados Unidos.
Respuesta inmunitaria de niños a las vacunas
Recientemente, la EPA redujo de forma significativa los niveles recomendados de PFAS tras descubrir que las sustancias químicas pueden afectar a la respuesta inmunitaria de los niños a las vacunas, explicó Cousins.
Según algunos estudios, la exposición también puede provocar problemas de fertilidad, retrasos en el desarrollo de los niños o aumento del riesgo de obesidad, del colesterol o de ciertos tipos de cáncer.
El investigador aclaró, no obstante, que los niveles de PFAS en las personas han disminuido «bastante en los últimos 20 años». «Lo que ha cambiado son las pautas. Han bajado millones de veces desde principios de los 2000, porque hemos aprendido más sobre la toxicidad de estas sustancias».
En cualquier caso, las PFAS son ahora «tan persistentes» y omnipresentes que nunca desaparecerán del planeta. «Vamos a tener que vivir con ello», afirmó.