A Fernanda Trías ya la han acusado de brujería, y no es para menos. Antes de que la pandemia por la Covid-19 sumiera al mundo en un confinamiento, antes de que los hospitales se desbordaran y los muertos se convirtieran en cifras y en estadísticas, ella ya había escrito Mugre rosa, una novela que, aunque con diferente causa, ya exploraba cómo sería una sociedad sumida en una pandemia. Por eso, no es de extrañar que haya tenido un presentimiento, quizá premonición, que le dio la señal de que sería ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, cosa que finalmente ocurrió y cuya ceremonia de premiación la trajo a Guadalajara en el marco de la edición 35 de la Feria Internacional del Libro (FIL).
La directora de la FIL, Marisol Schulz Manaut, recordó que el Premio Sor Juana Inés de la Cruz se instauró en 1993 para reconocer el trabajo literario de las mujeres iberoamericanas. Enlistó a algunas de las ganadoras como Margo Glantz, Cristina Rivera Garza (quien lo ha ganado en dos ocasiones), Laura Restrepo, y Gioconda Belli, y dedicó unas palabras para mencionar que hace diez años la recién fallecida Almudena Grandes también se hizo de la presea dedicada a la poeta mexicana. Sobre Mugre rosa, Schulz Manaut señaló que “es una historia sobre el cambio de vida en un contexto de pandemia que pone el foco en las relaciones afectivas de los protagonistas. Es un libro intenso y pertinente”.
El jurado de esta edición estuvo integrado por Eduardo Antonio Parra, Ave Barrera y Andrea Jeftanovic. Barrera hizo uso de la palabra para leer el acta del jurado, que destacó que la de Trías es “una novela que aborda, con lenguaje depurado, un mundo amenazado por la extinción”. El jurado también destacó la “prosa precisa y elegante” de la narradora uruguaya, así como su “definición de lo humano como son la incertidumbre, la empatía y el dolor”.
Por su parte, Jeftanovic hizo una semblanza de la vida y obra de Fernanda Trías, una autora “de un país con una sólida y deslumbrante tradición literaria, quizá el que tenga el mayor número de escritores por número de habitantes o por metro cuadrado”. Autora de novelas y un libro de relatos, Fernanda Trías, añadió Andrea, es poseedora de “una poética honda que explica los claroscuros de la intimidad”, capaz de producir una “escritura de imágenes perturbadoras y atmósferas asfixiantes”. Finalmente, advirtió el “don del oráculo” de la escritora uruguaya que “se adelantó a la pandemia”.
Luego de recibir el Premio de manos de Ricardo Villanueva Lomelí, rector de la Universidad de Guadalajara, Fernanda Trías recordó, de nueva cuenta —“lo he contado muchas veces ya a los medios”, dijo— el momento en que recibió la llamada con la noticia de que había ganado el Premio. “No sé qué busco cuando remuevo el pasado”, comentó la uruguaya, que luego explicó el fondo de Mugre rosa y para lo cual se refirió a la crisis climática que se vuelve cada vez más grave. “Somos la generación del terror climático”, afirmó y añadió que “no conocemos la distancia que nos separa de la próxima catástrofe, pero sí podemos ver que el tiempo avanza rápidamente”. No obstante, añadió, “esto no es activismo ambiental, yo sigo hablando de literatura”.
Fernanda Trías relató que Mugre rosa nació de una pesadilla recurrente en la que veía una y otra vez una catástrofe ambiental en diferentes manifestaciones, y añadió: “No conozco a nadie que escriba y que no le duela el mundo”. Detalló que el miedo y el encierro son dos temas que explora desde que comenzó a escribir, y concluyó su mensaje hablando de la literatura escrita por mujeres. Primero describió a sor Juana como “la patrona de una lucha que tres siglos después seguimos librando”, y posteriormente denunció que a pesar de ha quedado más que demostrada que la calidad literaria de los libros escritos por mujeres ha estado presente desde siempre, aun así pareciera que “todavía seguimos siendo invitadas. Hay a quien todavía le parece un hecho inédito, aparentemente inimaginable, que un cuerpo de mujer escriba, y que además lo haga bien”.