El banco Santander anunció pérdidas por 8,771 millones de euros (10,500 millones de dólares) en 2020, por las depreciaciones de activos provocadas por la pandemia, en un ejercicio en el que también suprimió 3,500 empleos.
«Ha sido uno de los años más difíciles en la historia del Santander», reconoció la presidenta del banco español, Ana Patricia Botín, en una rueda de prensa, matizando no obstante que siente un «optimismo realista» a medio plazo.
En el segundo trimestre, las desastrosas perspectivas económicas de la economía mundial obligaron a la empresa a revisar a la baja el valor de varias de sus filiales, especialmente la del Reino Unido, creada en los años 2000 tras comprar varios pequeños bancos a un precio elevado.
El Banco Santander tuvo que provisionar en 2020 más de 12,000 millones de euros para cubrir los riesgos de impago de créditos, una dotación que representa un 47% más que el año anterior.
Dicho dinero, que cuenta como pasivo en los balances, le permitirá afrontar el peligro de que sus clientes, tanto particulares como empresas, no sean capaces de reembolsar los créditos contraídos como consecuencia de la crisis económica.
En los últimos tres meses del año, la entidad financiera tuvo que afrontar costos de reestructuración de 1,100 millones de euros, correspondientes a un nuevo plan de reducción de plazas laborales en España que afectó a 3,500 puestos de trabajo. En 2019, la mayor entidad bancaria española ya había suprimido 3,200 empleos.