La música cuenta entre sus propiedades la capacidad de despertar emociones, pero también posee como algo inherente la creación de puentes que permiten aproximarnos hacia distintas formas de pensar. La música es, pues, un motor que nos transporta hacia territorios insospechados y reconfortantes. Una prueba es lo que ocurre en el Foro FIL, que una vez más recibió una muestra de que esa capacidad de unión de la música como detonante de experiencias que pueden adquirir las más diversas direcciones con la presentación de Gil do Carmo y Lila Downs, una mancuerna que demostró que la etiqueta de world music no es más que un cliché y, en cambio, abrieron una ruta propia en donde las experiencias de cada uno funcionó a la perfección para enganchar a un público ansioso y receptivo.
Gil do Carmo, un cantante portugués que heredó la tradición del fado desde hace mucho tiempo, es un intérprete de gran estatura, no sólo física sino en su entrega hacia las canciones que adquieren ese coqueteo con una nueva manera de mirar las raíces de un canto que permite una conexión con el alma, algo que cobra vida propia al momento de pararse en el escenario. Do Carmo condujo a los asistentes hacia el Portugal más tradicional, aquel que sabe que el mar es una fuente inagotable de inspiración, pero también de manera muy acertada los condujo por los caminos de una nación moderna, una forma de concebir la creación musical que finalmente consiste en un coctel de ritmos cadenciosos, aunque siempre con un toque de melancolía.
Cubierta por ese halo que funde lo tradicional y lo moderno, Lila Downs llegó para dejar en claro que su popularidad ha sido ganada a pulso. La cantante oaxaqueña, también antropóloga, hizo clic de inmediato con los asistentes al Foro FIL gracias a temas como “Humito de copal”, “Comalito” y “Son de Juárez”, cortes de eminente sazón musical, aunque del mismo modo también hubo la oportunidad de que la velada se convirtiera en un pase directo hacia canciones de profunda añoranza, tal y como ocurrió con la interpretación de “Cucurrucucú, Paloma” y “Cruz de Olvido”, algo que se acrecentó cuando Lila Downs y Gil do Carmo interpretaron, cara a cara, “Bésame mucho”.
La noche, que se complementó con una selección de canciones pertenecientes al catálogo de éxitos de Lila Downs, finalmente estalló por completo cuando se escucharon los primeros compases de “La cumbia del mole”, canción que permitió a esta comprometida cantante salir de un circuito independiente para llegar a un público más extenso, una circunstancia que se ratificó al momento de encender el baile en más de uno de los congregados en esta fiesta de aire mexicano y portugués de corte sui géneris.