La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero aseguró en rueda de prensa que el Hanal Pixán “es un tamal” que forma parte de la comida regional de Yucatán que se prepara en el marco de esta festividad, así se refirió al explicar los elementos que incluyen en los altares para los fieles difuntos y dijo muy segura que en Yucatán «la comida tradicional es el Hanal Pixán, es un tipo de tamal».
Pero no, el Hanal Pixán es el nombre maya que recibe la festividad en honor a los muertos en Yucatán. Sin duda que fue un gran error, sobre todo porque ella es la titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, encargada de difundir la misma a nivel nacional.
Sobre todo hubo indignación en redes sociales contra Alejandra Frausto Guerrero quién recibió fuertes críticas por sus comentarios. Usuarios de Twitter y Facebook principalmente de la Península de Yucatán comentaron el error y explicaban que el Hanal Pixán no era un tamal.
El Hanal Pixán explicado por los yucatecos
El Gobierno de Yucatán expone en su página en Internet que el Hanal Pixán (que en maya significa comida de las ánimas), es una tradición del pueblo maya que se lleva a cabo para recordar de una manera especial a los amigos y parientes que se adelantaron en el viaje eterno. Es un acontecimiento especial para los deudos de los difuntos, pues saben que, en estos días, del 31 de octubre al 2 de noviembre, las ánimas «reciben permiso» para visitar a sus familiares.
@alefrausto, si quieres te puedo dar una clase de cultura maya para que aprendas bien lo que implica Hanal Pixan. 💀🌻😊
— Halal Pixan🌻 (@NicteeGM) October 30, 2020
El primer día se dedica a los niños y le llaman u hanal palal. El segundo día, 1 de noviembre, está dedicado a los adultos muertos y le llaman u hanal nucuch uinicoob, y el tercer día es el u hanal pixanoob llamado en algunos lugares misa pixán, porque ese día se aplica una misa dedicada a las ánimas, por lo general en el cementerio de la población.
La tradición incluye varios ritos, pero el principal consiste en poner una mesa que funciona como altar, alumbrada con velas de cera, debajo de los árboles del patio y cerca de las sepulturas de los familiares, donde se coloca comida típica de la temporada: atole nuevo, pibes o mucbipollos, jícamas, mandarinas, naranjas, xec (mezcla hecha con naranja, mandarina, jícama y otras frutas, así como chile molido), dulce de papaya, coco y pepita, tamales de x’pelón, vaporcitos, balché (bebida embriagante que se hace con la corteza de un árbol que se llama así), pan dulce y jícaras de sabroso tan-chucuá (atole que se fabrica con masa de maíz, cacao, pimienta y anís). Todo eso adornado con veladoras, flores, ramas de ruda y las fotografías de las personas fallecidas.
El día de los niños difuntos el altar es decorado con un mantel bordado en tonos alegres, en el que se colocan, además de los alimentos, dulces y juguetes, y se adorna con flores de xpujuc (de tipo silvestre y color amarillo), xtés en color rojo y virginias.
Estas viandas pasan toda la noche del 1 al 2 de noviembre, en esos pequeños altares, debajo de los árboles. Y cuando las almas de los difuntos «han tomado la gracia», los familiares de aquellos meriendan los mucbipollos, y los pibinales, y se toman el atole y el balché.
Una semana después, se efectúa el bix (ochovario del día de finados, se dice también de la reunión o fiesta que se hace a los ocho días de algún acontecimiento) u octava, que es una especie de repetición menos complicada que la anterior. En las noches de esos días, en las puertas de las casas y en las albarradas se encienden hileras de velas para que las almas vean su camino al venir y al retirarse de la población al terminar los finados.