La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos reveló que tormenta solar se acerca a la Tierra y es posible que golpee nuestro planeta entre este jueves 20 y viernes 21 de agosto. La agencia norteamericana que estudia el clima espacial considera que el rango de la tormenta solar es de G1 , el más bajo de la clasificación, por lo que no se espera ninguna situación apocalíptica.
«La atmósfera solar está compuesta por unos gases que están totalmente ionizados por las altas temperaturas a las que están. ¿Qué significa eso? Que son perfectamente conductores de las corrientes eléctricas», explicó al Diario a ABC Javier Rodríguez-Pacheco, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) experto en astrofísica solar. «A veces hay descargas, que conocemos como tormentas solares . Pueden manifestarse como fulguraciones, como eyecciones coronales de masa o las dos a la vez; y esas manifestaciones pueden tener consecuencias sobre el entorno del Sistema Solar».
Y es que el pasado domingo 16 de agosto se dio una eyección coronal de masa. «Sabes que una explosión solar es poderosa cuando tarda dos horas en desarrollarse. Una erupción solar de clase B1 tardó aún más. La explosión de dos y media horas envió una poderosa onda de choque a través de la atmósfera del Sol», escribía Tony Phillips, astrónomo y científico de la NASA en un comunicado . Se trata de algo un poco más raro de lo normal en este momento, porque nos encontramos en un periodo de mínimo solar (el ciclo del Sol dura unos once años y marca los momentos de máxima y mínima actividad de nuestra estrella). Aún así, en periodos de menos actividad solar se da de media un CME cada semana -durante la época más activa pueden llegar a ser diarias-, por lo que no estamos ante una situación inédita.
Un escudo natural y bajas probabilidades de catástrofe
Aunque se dan gran número de erupciones solares -en más o menos cantidad, según el momento del ciclo solar en el que nos encontremos-, para que afecten a la Tierra, el chorro de partículas cargadas que se liberan tiene que estar dirigido a nuestro planeta. «Suelen ser como ‘francotiradores’, no son como las ondas de choque que van asociadas a las eyecciones, que digamos son de ‘destrucción masiva’ porque abarcan más de 180 grados según se propagan; al contrario, estas tienen un radio de acción mucho más estrecho, pero dependen del ciclo solar: en un máximo hay más fulguraciones y más intensas, y cuando hay un mínimo, ocurre ahora mismo, hay menos y menos potentes», explica Rodríguez-Pacheco
Aún así, nuestro planeta tiene una suerte de escudo contra este tipo de fenómenos, llamado campo magnético, que desvía las partículas dañinas y cargadas del viento solar . Aunque no podemos verlo, es posible observar su eficacia en las auroras boreales: ese vistoso espectáculo en realidad es nuestro campo magnético desviando las partículas altamente cargadas que provienen del Sol, impidiendo que lleguen a la superficie terrestre y tengan consecuencias para la vida en la Tierra.
Así, los expertos creen que como el CME que se produjo el pasado 16 de agosto no estaba apuntando directamente a la Tierra, «se espera que la mayor parte de la nube de plasma navegue hacia el sur de nuestro planeta». «Sin embargo, su borde exterior podría rozar el campo magnético de la Tierra, y eso podría ser suficiente para provocar una tormenta geomagnética menor (clase G1). También existe la posibilidad de que el CME se pierda y el clima espacial permanezca tranquilo. De cualquier manera, los observadores del cielo en latitudes altas deben estar alertas a las auroras el 20 de agosto», escriben en un comunicado. Es decir, tranquilidad al menos con este fenómeno de momento.
Tormentas solares extremas
Porque sí, una tormenta solar extrema podría afectarnos aquí. Por ejemplo, se han visto auroras boreales en latitudes tan extrañas como para observarlas desde el centro de Madrid a principios del siglo XX; o han causado interrupciones en el telégrafo en Norteamérica y Europa; y han apagado Broadway durante horas. La tormenta solar más potente jamás registrada se conoce como el evento Carrington, descubierto por Richard Carrington en 1859. El campo magnético terrestre se deformó por completo, permitiendo la entrada de una llamarada solar que provocó inmensas auroras boreales y cortes en la incipiente red de telégrafo transoceánica.
Aún así, de momento, todo parece indicar a que la tormenta que estos días puede rozar la Tierra no significará, ni mucho menos, un nuevo evento Carrington. Con Información del Diario ABC.