A raíz del brote de coronavirus en noviembre de 2019, comenzaron a circular teorías conspirativas que apuntaban a que este virus había sido creado en un laboratorio chino, con la finalidad de desestabilizar al mundo occidental.
El equipo de científicos de la Universidad de Tulane, encabezados por el profesor Robert E. Garry, llegó a la firme conclusión de que esta teoría era falsa, y que el nuevo virus se originó naturalmente, de acuerdo a su ensayo “Una aproximación al origen del SARS-CoV-2” publicado en la edición de marzo de la revista Nature Medicine.
Más del 70% de las infecciones emergentes de los últimos cuarenta años han sido causadas por bacterias, virus, hongos o parásitos que se transmiten de los animales a los humanos, a través del contacto físico directo, o del aire o el agua, o mediante un huésped intermedio. Normalmente no afectan a los animales en los que residen, pero son un riesgo enorme para los humanos que no tienen inmunidad natural contra ellos.
Los científicos han concluido que la estructura molecular del SARS-CoV-2 se parece a los virus encontrados en murciélagos y pangolines, los cuales habían sido poco estudiados, e incluso se ignoraba que causaran daño a los humanos. En el supuesto caso de que un doctor hubiese querido diseñar un nuevo patógeno, lo habría hecho a partir de un virus del que se supiera que provoca enfermedades a humanos.
“Pudimos determinar, a partir de decodificar el material genético del nuevo coronavirus, que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es un producto de la evolución natural”. “Si se tratara de una construcción de laboratorio, se tendría que haber utilizado un virus previamente conocido como plantilla. El virus más cercano al SARS-CoV-2 es un virus de murciélago que fue secuenciado después de que comenzó la pandemia”, dijo el profesor Garry con respecto a la investigación.
“Comparamos todos los virus que podían servir como plantilla, incluidos estos que fueron hallados en el pangolín y los murciélagos, y los cálculos de la computadora señalan que no se hubiera podido crear en un laboratorio un virus que tuviera esta capacidad de infección”, aseguró el profesor.
De acuerdo a estas investigaciones, un murciélago transmitió el virus a otro animal intermedio, con toda seguridad un pangolín, el cual finalmente lo transmitió hasta los humanos.
Desde este punto, tenemos dos hipótesis:
La primera señala que las características genéticas que hacen que el nuevo coronavirus sea tan patógeno para infectar células humanas residían en esos animales antes de saltar a los humanos. De ser cierta esta hipótesis, esto aumenta la probabilidad de brotes futuros, ya que el virus podría estar circulando en la población animal, y podría saltar nuevamente a los humanos, preparado para causar otro brote.
Por otro lado, en la hipótesis alternativa, esas características patógenas habrían mutado después de que el virus pasara directa o indirectamente de un pangolín a los humanos. Luego, ya dentro del nuevo huésped, el virus habría evolucionado para conseguir penetrar fácilmente en células humanas. En este caso, si el virus tiene que ingresar primero en humanos para que luego evolucionen sus propiedades patogénicas, esto reduciría las posibilidades de brotes futuros.
Independientemente de cuál de los escenarios sea el correcto, se plantean tres medidas urgentes para que una infección de esta naturaleza no se repita:
1.- Hacer un seguimiento de los coronavirus que infectan a especies de mamíferos.
2.- Prohibir el tráfico de vida silvestre.
3.- Reducir la exposición humana a la vida salvaje, cerrando los mercados en los que se venden animales salvajes vivos.