El político de extrema derecha, Jair Bolsonaro, tomo protesta este martes como presidente de Brasil, con la promesa de luchar contra la corrupción, los crímenes y usar políticas económicas ortodoxas para desatar el crecimiento del país.

Se convirtió en el sucesor de Michel Temer en el cargo. Es el primer presidente de extrema derecha de Brasil desde que la dictadura militar abrió paso al gobierno civil tres décadas atrás.

Bolsonaro, excapitán del ejército y abierto admirador de la dictadura militar que vivió Brasil entre 1964 y 1985, llegó al poder de la mano del enorme rechazo de los votantes contra la extendida corrupción política, la elevada violencia en las calles y los problemas de la economía.

El nuevo mandatario brasileño planea realinear a su país en el plano internacional, alejándolo de naciones en desarrollo aliadas y acercándose a líderes occidentales, especialmente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien envió al secretario de Estado, Mike Pompeo, a su toma de mando.

Como claro signo de un cambio diplomático, Bolsonaro pretende mover la embajada de Brasil en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén, rompiendo con la tradición brasileña de apoyar una solución de dos estados para la disputa entre israelíes y palestinos. Multitudes de partidarios, muchos de ellos con la bandera de Brasil amarradas en los hombros y los rostros pintados de amarillo y verde -los colores nacionales- se reunieron ante el Palacio Planalto.

Respaldado masivamente por sectores conservadores de Brasil, incluyendo a las iglesias evangélicas cristianas, Bolsonaro bloquearía iniciativas para legalizar el aborto más allá de las actuales excepciones limitadas y removería la educación sexual de las escuelas públicas, oponiéndose a lo que califica de «marxismo cultural» introducido por los gobiernos de izquierda.

Bolsonaro, de 63 años y del Partido Social Liberal (PSL),ha enfrentado acusaciones de incitar a la violación y discurso de odio debido a sus comentarios sobre las mujeres, homosexuales y minorías raciales. Pese a ello, su retórica de imperio de la ley y sus planes para flexibilizar el control de armas han resonado en muchos votantes.

En una entrevista con Record TV en la víspera del cambio de mando, Bolsonaro criticó la burocracia brasileña que dijo que hacía al país un lugar más difícil para los negocios. «La máquina del gobierno es realmente pesada», dijo. «Hay cientos de organismos burocráticos de Gobierno en todo Brasil, también de reguladores. (…) Tenemos que ordenar el desorden”.

El nuevo presidente prometió seguir el ejemplo de Trump y retirar a Brasil del Acuerdo de París para contener el cambio climático, un hecho que ha encendido las alarmas de grupos ambientalistas. También lo han hecho sus planes de construir diques hidroeléctricos en el Amazonas y abrir a la minería reservas de pueblos indígenas que son considerados los últimos custodios de las de los bosques más grandes del mundo.

Por su parte, los empresarios se muestran ansiosos por ver a Bolsonaro al mando del país junto a un equipo de economistas ortodoxos liderados por el banquero de inversión Paulo Guedes, quien ha prometido una acción rápida para poner bajo control el déficit presupuestario de Brasil. Guedes planea vender tantas compañías estatales como sea posible en una privatización que proyecta podría recaudar eventualmente hasta 257 mil millones de dólares para ayudar a restaurar las finanzas del gobierno. La medida clave, sin embargo, para reducir el déficit y detener un peligroso aumento de la deuda pública de Brasil será la reforma al costoso sistema de pensiones del país, la que se anticipa como el mayor de sus desafíos en el Congreso.

Por Jorge A. Leyva

Periodista. Licenciado en Comunicación. Columnista en Agenda Setting Diario. Comentarista de política en radio. Journalist. Fan del Café Necesario Marketing Político y Social Media Publicidad: [email protected]