En el libro, el autor señala que García Luna no era licenciado, pero así era llamado por los jefes de los cárteles de la droga. Y aunque los narcotraficantes lo llamaban “Licenciado”, García Luna es ingeniero mecánico. Estudió Ingeniería Mecánica en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).La trayectoria de García Luna en el Gobierno mexicano inició en 1989 en el área de inteligencia en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), donde fue responsable de Contrainteligencia y Terrorismo. Para 1998 fue Coordinador General de Inteligencia de la Policía Federal Preventiva (PFP).

Genaro García Luna, quien fuera arquitecto y rostro público de la sangrienta guerra de México contra los poderosos grupos criminales, fue declarado culpable en un tribunal de Nueva York de traicionar a su país y a sus colegas al aceptar millones de dólares en sobornos de los violentos cárteles de la droga que debía perseguir.

El veredicto de culpabilidad, emitido tras varios días de deliberaciones en el Tribunal Federal de Distrito de Brooklyn, representó una sorprendente derrota para García Luna, un exagente de las fuerzas del orden de mandíbula prominente que estaba tan involucrado en el sistema de seguridad de su país que a menudo se le describía como el J. Edgar Hoover de México. El jurado tomó su decisión tras escuchar el testimonio de media decena de narcotraficantes experimentados, y determinó que García Luna había llevado una doble vida y había estado secretamente en la nómina del mayor grupo delictivo de México, el Cártel de Sinaloa, casi todo el tiempo que dirigió el equivalente al FBI en el país y después fue su secretario de Seguridad Pública, un poderoso cargo a nivel de gabinete.

Los mexicanos llevan mucho tiempo sospechando que funcionarios de los más altos niveles del poder han estado aliados con los mismos mafiosos que durante décadas han infligido dolor y sufrimiento a su país. Y es difícil exagerar el espectáculo catártico que representa que un hombre como García Luna sea declarado culpable de participar en lo que se conoce como empresa criminal en curso, un cargo por el que ahora se enfrenta a un mínimo de 10 años de prisión y a una pena máxima de cadena perpetua.

En Estados Unidos, la condena fue celebrada como una victoria notable por los fiscales federales que presentaron los cargos contra García Luna a finales de 2019, después de años de susurros, rumores e investigaciones abortadas sobre sus vínculos con los traficantes. Tradicionalmente, los casos antinarcóticos estadounidenses se han presentado contra capos de cárteles como Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante conocido como el Chapo, quien fue condenado en el mismo tribunal de Brooklyn en 2019 por dirigir un vasto imperio criminal. Pero el veredicto de culpabilidad contra García Luna asestó un golpe contra la corrupción sistémica en México que durante mucho tiempo ha instigado tanto el derramamiento de sangre implacable del narcotráfico como el flujo de drogas ilegales a través de la frontera.

Por Redaccion Digital

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