El confinamiento y las medidas de aislamiento impuestas por las autoridades de salud en México, con la finalidad de contener la propagación del nuevo coronavirus han desencadenado una nueva serie de efectos colaterales igualmente preocupantes para los habitantes del país.

La ola de violencia que vive el país desde hace 15 años se ha intensificado y en fechas recientes ha alcanzado cifras récord, con un total de 114 homicidios el pasado 20 de abril, la más alta en lo que va del año y la segunda más elevada durante el gobierno de la actual administración federal.

A pesar de que la movilidad social está prácticamente suspendida desde hace varias semanas, la ola de asesinatos no ha disminuido, e incluso se ha intensificado; una de las razones, de acuerdo a los especialistas, es que los carteles de droga y de robo de combustible, principales generadores de violencia del país, han hecho caso omiso a todas las indicaciones referentes a la pandemia.

Ricardo Márquez Blas, especialista en seguridad, en entrevista para BBC Mundo, afirmó que las organizaciones criminales siguen en lo suyo, ya que no tienen que acatar las medidas de aislamiento social, por lo que la confrontación entre ellos ahora es más intensa.

De acuerdo a los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, ente enero y marzo en México se cometieron 8.585 homicidios dolosos, es decir, un 13.5% más que en el mismo periodo de 2019.

El pasado 20 de abril, el presidente López Obrador envió un mensaje a los delincuentes: «Bájenle, bájenle y piensen en sus familias, en ustedes mismos», dijo en su conferencia de prensa matutina. «Estamos atendiendo lo del coronavirus, pero desgraciadamente seguimos teniendo problemas con homicidios. Ni siquiera porque existe esta situación se han calmado», treinta días después nada ha cambiado.

Mientras la Guardia Nacional vigila la mayoría de los hospitales públicos y las policías estatales y municipales «tratan de que la población acate el aislamiento social», los carteles delictivos aprovechan este repliegue para tratar de arrebatarse terreno. Por eso el incremento de homicidios dolosos y la violencia, especialmente en zonas donde la guerra entre bandas es más intensa.

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