El perpetuo ir y venir de los desempleadosEl perpetuo ir y venir de los desempleados
El perpetuo ir y venir de los desempleados
El perpetuo ir y venir de los desempleados

En los últimos treinta años, los niveles de informalidad laboral se han mantenido elevados, persistentes, relativamente estables y han mostrado una especial sensibilidad ante las crisis, lo que indica que en su determinación inciden múltiple factores estructurales de la economía mexicana y del mercado laboral. El tema de la informalidad laboral no es tema menor porque al final de lo que estamos hablando es de empleos carentes de las prestaciones ofrecidas por el sistema de seguridad social, es el típico te doy empleo pero sin prestaciones. Y esto se trata de relaciones de trabajo irregulares que, en algunos casos, están determinadas por el incumplimiento de la legislación fiscal y laboral que de manera deliberada realizan las empresas o por un sistema de outsourcing; aunque también es cierto que en otros casos, como en las actividades de autoempleo, son producto de las limitaciones del sistema institucional para incorporar a la seguridad social a los trabajadores por cuenta propia que, ya sea por voluntad o por exclusión del mercado, desarrollan actividades productivas al margen de la normatividad.

La informalidad es por tanto un fenómeno complejo y heterogéneo que en la mayoría de los casos afecta el bienestar de los trabajadores y que, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2016), publicados en el documento “Informalidad: entre el avance de la estadística y el rezago de la política pública” elaborado por el Senado de la República; limita de manera importante la reducción de la desigualdad en los países de la región. Y si bien, los esfuerzos gubernamentales para afrontar las causas y las implicaciones de la informalidad en México, se han realizado sin la suficiente pertinencia y ni la oportuna implementación, la revisión de los planes de desarrollo nacional de las últimas cinco administraciones federales, da cuenta de la intervención tardía del Estado, de la falta de importancia que se le daba como problema público y de la limitada comprensión, focalización y coordinación en el diseño de las políticas públicas en la materia.
Y sí le agregamos que el énfasis y la orientación de las políticas para inhibir la actividad económica informal, promover el empleo formal, mejorar las condiciones laborales, fortalecer los sistemas fiscal y de seguridad social y elevar las capacidades institucionales; han diferido en cada uno de los planes nacionales de desarrollo por los gobiernos que han encabezado este país, entonces claramente podemos entender porque el empleo informal y carente de prestaciones se mantiene junto con la insuficiencia de empleos productivos, bien remunerados, así como la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Ahí les va un dato, para cubrir la demanda de puestos de empleo, los especialistas consideran que es necesario crecer a tasas cercanas al 6% anual y que el incremento de las fuentes de trabajo debiera ser de alrededor de un millón de empleos por año y eso evidentemente no ha sucedido en México, al contrario estamos muy lejos de esas metas.

Estar en el empleo informal te deja fuera de las prestaciones sociales, sin acceso a servicios de salud gubernamentales, sin seguridad social, sin acceso a créditos del gobierno para adquirir una vivienda entre otras desventajas. En un país donde según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en el año 2005 registraba 33.9 millones de ocupados de los cuales 20.8 eran informales y que para  el año pasado, registró en el 2017 que había 52.2 millones de personas ocupadas de los cuales 32.6 millones no tenían acceso a instituciones de salud, pues resulta más que evidente porque muchos mexicanos se quedan lejos de acceder a servicios sociales básicos, simplemente por estar en el sector de empleo informal, con trabajos la mayoría de las veces mal remunerados y totalmente inestables. ¿Qué se puede hacer? Sin duda resulta necesario que el gobierno federal fortalezca programas nacionales de formalización del empleo. La creación de un verdadero seguro de desempleo, de una pensión universal, del impulso de empleos formales y productivos, que desalienten la permanencia en la informalidad en un marco de crecimiento económico estable para revertir esta situación. De que se puede, se puede, falta que el Gobierno Federal decida entrarle al toro por los cuernos.

Por Jorge A. Leyva

Periodista. Licenciado en Comunicación. Columnista en Agenda Setting Diario. Comentarista de política en radio. Journalist. Fan del Café Necesario Marketing Político y Social Media Publicidad: [email protected]