El Sol es la estrella más cercana al planeta Tierra, ubicada a 149,6 millones de kilómetros de distancia. Todos los planetas del Sistema Solar orbitan a su alrededor a distintas distancias, atraídos por su gigantesca gravedad, así como los cometas y asteroides que conocemos. Comúnmente se conoce al Sol con el nombre de Astro Rey. Se trata de una estrella bastante común de nuestra galaxia, la Vía Láctea: no es ni muy grande ni muy pequeña en comparación con sus millones de hermanas. Científicamente, el Sol se clasifica como una estrella enana amarilla, del tipo G2. Actualmente se halla en su secuencia principal de vida. Se encuentra en una región exterior de la galaxia, en uno de sus brazos espirales, a 26.000 años luz del centro galáctico.

La nave espacial Europea Solar Orbiter observó un extraño fenómeno que tuvo lugar en la superficie del Sol: una serpiente que parece deslizarse sinuosamente por la superficie del cuerpo celeste. O en términos más científicos: un «tubo», o filamento, de gases atmosféricos más fríos que serpenteó a través del campo magnético del Sol. El Orbiter de la Agencia Espacial Europea (ESA) observó con su cámara ultravioleta extrema la estructura en movimiento que se originó en una mancha solar el 5 de septiembre, cuando se acercaba a su perihelio, previsto para el 12 de octubre, lo más cerca que ha estado el Orbiter Solar hasta ahora.

l lapso de tiempo se compone de imágenes tomadas en el transcurso de tres horas y el equipo estima que la «serpiente» se movió a una velocidad de 170 kilómetros por segundo, o 608.000 kilómetros por hora.

Eyección de masa coronal (CME)

Dado que el extraño suceso fue seguido por una eyección de masa coronal (CME), una erupción de plasma caliente procedente de la atmósfera superior del sol, la corona, los científicos creen que ambos fenómenos podrían estar relacionados. «El plasma fluye de un lado a otro, pero el campo magnético está muy retorcido. Así que se obtiene este cambio de dirección porque estamos mirando hacia abajo en una estructura retorcida», explica el astrónomo David Long, del University College de Londres, en el Reino Unido.

Cuando una CMA se produce, una enorme cantidad de plasma es lanzada al espacio. Si estas chocan con la Tierra, pueden provocar tormentas geomagnéticas. Para el Detector de Partículas Energéticas (EPD) de la nave espacial, la erupción fue uno de los eventos de partículas energéticas solares más intensos detectados hasta ahora por el instrumento. «Se trata de una combinación de datos que solo podemos obtener con el Solar Orbiter», afirma David.

Datos podrían ofrecer nuevos conocimientos sobre el Sol

Más interesante aún es que la CME pasó por encima de la Sonda Solar Parker de la NASA, que periódicamente se acerca al sol a unos pocos millones de millas o kilómetros, permitiendo que sus instrumentos midieran el contenido de la erupción.

Al combinar las imágenes de lo que ocurre en la superficie del sol con las mediciones de las partículas y gases expulsados por el Sol al pasar por las naves espaciales en órbita, los científicos esperan poder establecer nuevas conexiones y obtener información sobre la dinámica de los fenómenos meteorológicos espaciales que pueden afectar a la tecnología en la Tierra.

Por Redaccion Digital

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