Académica explica el rol que tienen en nuestra vida y la importancia de conocerlas y vivirlas para el crecimiento y desarrollo del ser humano

La cultura ha dado mala fama a las emociones o les ha puesto etiquetas; la sociedad, por un lado, pide rendirlas y gobernarlas, pero estudios recientes han descubierto que, para ser felices y verdaderamente funcionales, necesitamos de ellas, conocerlas, desarrollarlas y aplicarlas, son el boleto, en parte, para el éxito personal, en equipos de trabajo, en la familia y en la sociedad.

La Dra. Noemí Pinto Rodríguez, docente de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), psicóloga, con especialidad en neuropsicología, maestra en neurociencias y doctora en educación, explica más sobre las emociones.

“Las emociones son un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos, fisiológicos y endócrinos, de origen innato, influidos por la experiencia”, dijo. Las emociones tienen una función adaptativa del organismo a lo que le rodea, así pues, las emociones vienen del cerebro, el sistema nervioso envía información y decide qué emoción y acción es fundamental para la ocasión, incluso, las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y ajuste de la persona.

Seis cosas que no sabías de ellas

1. Aunque lo pareciera, las emociones no vienen del corazón o el pecho. Las emociones vienen de nuestro cerebro, del sistema nervioso, la estructura que las genera es el sistema límbico y el hipotálamo es el encargado de las respuestas físicas que sentimos. En el cerebro se generan, cambian y se adaptan, éstas causan respuestas corporales o lo que conocemos como “se me apachurra el corazón” y “mariposas en el estómago”.

2. Pensar con la cabeza fría no existe. Uno de los errores más comunes es creer que se puede pensar con “la cabeza fría” o tomar decisiones sin meter a las emociones. Está comprobado que las emociones son las guías o influencia principal al momento de tomar decisiones en nuestra vida. “Pienso, siento y luego existo”. Existen también las decisiones inhumanas, las que sólo son basadas en la razón o lógica, donde las emociones no se involucran.

3. Conocer tus emociones no te hace emocionalmente inteligente. La inteligencia emocional, como se cree, no sólo consiste en conocer o reconocer las emociones. Ésta es una práctica y saber qué requiere de conocer, hacer y responsabilizarse del por qué sentimos y hacemos y aplicar de manera consciente las emociones en beneficio nuestro y de otros.

4. Existen emociones, no emociones buenas y malas. Se refiere a que no se tratan de buenas o malas (tenerlas o evitarlas), éstas existen y todas las emociones tienen una función, valor adaptativo y valor en la vida de las personas. Es recomendable vivir las emociones y conocerlas, no evitarlas; sí aceptarlas como parte de la naturaleza de la persona, ya que afectan el crecimiento, maduración y comportamiento de los individuos.

Noemí Pinto Rodríguez

5. Las emociones no son únicamente impulsos. Se tiene una idea errónea de que emocionarse (felicidad, tristeza, etc.) es parte de un impulso humano que debería controlarse o evitar que estalle. Este argumento es erróneo, de hecho, lo más recomendable es que se permitan experimentar todas las emociones para que las personas las conozcan y aprendan a regularlas para saber cómo manejarlas y en qué momento de la vida usarlas de manera adecuada, ser empáticos, entendernos y entender a otros.

6. “Otro error común es: madurar no significa ignorar tus emociones. Madurar es conocer, entender, tocar, compartirlas, comunicarlas, reconocerlas en otros, presentarlas y que se vuelvan parte de tu vida. Madurez emocional es saber de las emociones y debo ser responsable de lo que me pertenece”, concluyó.

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