Una de las restricciones más fuertes que hay en los vuelos supersónicos es la generación de lo que se llama “estruendo sónico” por parte del avión, cuando rompe la barrera del sonido, que es tan fuerte que no se permite hacerlo sobre tierra. De ahí la restricción que en su momento tuvo el Concorde sobre volar por encima de la velocidad del sonido únicamente sobre el mar.

La NASA intentará romper la barrera del sonido por primera vez sin emitir el estruendo sónico, según anunció la agencia espacial de EE. UU. a mediados de octubre a través de su sitio oficial. El estruendo sónico ha frenado el desarrollo de los viajes supersónicos, ya que EE. UU. y otros países los prohibieron sobre tierra debido a las molestias que el sonido producía en el suelo.

Setenta y cinco años después del primer vuelo supersónico de la historia, la misión Quesst de la NASA tiene como objetivo eliminar el estruendo que se produce al superar la velocidad del sonido, con la esperanza de que este logro dé paso a «una nueva era” de viajes aéreos comerciales de alta velocidad.

«Aquel primer vuelo supersónico fue un logro tremendo, y ahora vemos lo lejos que hemos llegado desde entonces”, señaló Catherine Bahm, ingeniera aeronáutica del Centro de Investigación de Vuelos Armstrong de la NASA en California. «Lo que estamos haciendo ahora es la culminación de mucho de su trabajo”.

La posibilidad de volar a velocidades supersónicas sobre tierra en aviones comerciales depende de nuestra capacidad de reducir el nivel de los estruendos sónicos. Esta representación de un posible futuro transporte supersónico comercial.

Un prototipo clave
El avión X-59, desarrollado por Lockheed Martin en el marco del proyecto «Low Boom Flight Demonstrator” (Vuelo de demostración de bajo estruendo), es uno de los elementos clave del plan de la NASA para amortiguar el estruendo sónico. Con miras a reducir la intensidad del estruendo sónico, los ingenieros aeronáuticos han manipulado la forma del avión para suavizar el ruido.

Los primeros vuelos de la nave están previstos para 2023, con sobrevuelos en ubicaciones específicas destinadas a estudiar cómo reacciona la gente al «golpe” sónico más silencioso que produce. Los resultados se compartirán con los organismos reguladores, y la NASA espera que consideren el levantamiento de la prohibición de los vuelos supersónicos por tierra.

«Llevamos casi 50 años atascados con nuestros aviones de pasajeros a Mach 0,8, así que poder llegar allí -donde sea- mucho más rápido sigue siendo una especie de sueño sin cumplir”, comentó Peter Coen, director de integración de misiones de la NASA para Quesst. «Con el X-59 en vuelo en la misión Quesst, creo que estamos preparados para romper la barrera del sonido una vez más”, apunta Coen.

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