¿Cómo producir alimento para más de diez mil millones de personas que, se espera, habiten este planeta para el 2050 y, además, hacerlo de una manera sostenible, saludable, asequible y nutritiva? Sin pretender encasillar los alimentos entre buenos y malos, la Universidad de Oxford intentó resolver esta pregunta para el Foro Económico Mundial.
El informe ‘Carne: el diálogo del futuro’, presentado en Davos, arrojó una propuesta para avivar el debate: desarrollar productos con proteínas alternativas que puedan reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de la tierra y el agua, y contribuir a disminuir la mortalidad relacionada con la dieta.
Según los investigadores, dejar de comer carne “podría impedir millones de muertes inútiles cada año” y reducir de forma sustancial las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, un paso necesario si se quiere cumplir con el Acuerdo de París –que tiene la ambiciosa meta de evitar que el planeta se caliente más de 2 °C al finalizar el siglo– y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El documento dice que un 2,4 % de las muertes provocadas en el mundo por la alimentación podrían ser evitadas si se reduce el consumo de carne, en particular la de origen vacuno. Y podrían reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) entre un 7 y 26 %. Reemplazar la carne de res con diferentes alternativas de proteína, da lugar a reducir entre un 7 y un 26 % las emisiones de GEI
“En el futuro previsible, las industrias cárnicas y de proteínas alternativas coexistirán y tendrán la oportunidad de complementarse entre sí. La innovación y la experimentación son la clave. Solo a través del diálogo y la colaboración estructurada se podrá lograr”, asegura H. Charles J. Godfray, quien coordinó la investigación desde el Oxford Martin School.
Una molécula de dióxido de carbono emitida en París tiene el mismo efecto sobre el calentamiento global que otra emitida en Nueva York; sin embargo, estudiar los impactos ambientales de la producción de alimentos no es tan sencillo. Para el caso de la carne, por ejemplo, los efectos varían según el lugar de producción, el número de hectáreas deforestadas para el pastoreo, los ríos que se ven contaminados o la cantidad de agua que se extrae.
“En el 2010, la carne de res fue responsable de aproximadamente 2 gigatoneladas de CO2 equivalente. Esto es aproximadamente una cuarta parte de todas las emisiones de GEI relacionadas con los alimentos”, sostiene el informe. Reemplazar la carne de res en la dieta de cada región con las diferentes alternativas de proteína, se lee, da lugar a reducir entre un 7 y un 26 % las emisiones. En el menor de los casos (7 %) sería consumiendo carne cultivada en laboratorio con los actuales métodos de producción, seguido de la microproteína (16 %), y después está el resto de las alternativas (23-26 %).
“Las pruebas son claras, nuestro sistema alimentario debe transformarse para el bien del planeta y el futuro de la humanidad. Somos la última generación que puede hacer alguna cosa antes de que el sistema se hunda”, afirmó en un comunicado el director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Marco Lambertini.
“El sistema alimentario mundial es uno de los principales impulsores del cambio climático, el cambio en el uso del suelo y la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los recursos de agua dulce y la contaminación de los ecosistemas acuáticos y terrestres a través de la escorrentía de nitrógeno y fósforo por la aplicación de fertilizantes y el estiércol”, dice el estudio. Nuestro sistema alimentario debe transformarse para el bien del planeta y el futuro de la humanidad. Somos la última generación que puede hacer alguna cosa antes de que el sistema se hunda.