Producida por un diminuto organismo, el mosquito hembra Anopheles, el paludismo o la malaria es una enfermedad que continúa causando miles de muertes en el mundo y, aunque en menor proporción, en México se registran numerosos casos en Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Durango, Sinaloa y Sonora. El fenómeno migratorio ha sido un factor para su proliferación.

Se transmite al humano mediante la picadura del insecto; es prevenible y curable, aunque existen países como África donde se vive la situación más crítica.

Para entender cuáles son los mecanismos por los cuales lleva a cabo su ciclo de vida de manera ordenada y eficaz, en la Facultad de Medicina de la UNAM, Lorena González López, académica del Departamento de Microbiología y Parasitología, y sus colegas, estudian modelos en roedores con el mosquito Plasmodium berghei.

En 2019 hubo 229 millones de casos de paludismo en el orbe, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS); el número estimado de decesos fue de 409 mil; los niños menores de cinco años representaron el grupo más vulnerable afectado y constituyeron 67 por ciento (274 mil) de las muertes por esta enfermedad; África registró 94 por ciento de las personas infectadas y de defunciones.

Además de ser un problema de salud pública, también es de carácter social como consecuencia del fenómeno migratorio. En teoría, hay cuatro regiones en México donde se presenta la mayor cantidad de casos: Chiapas, Oaxaca, Nayarit-Durango y Sinaloa-Sonora, estados en los cuales se transmite por la movilidad, detalla González López.

Los síntomas del paludismo o la malaria son variados: fiebre, escalofríos, sudoración y dolor de cabeza. También se pueden presentar náuseas, vómitos, tos, heces con sangre, dolores musculares, ictericia (coloración amarillenta en piel y mucosas), defectos de la coagulación sanguínea, shock, insuficiencia renal o hepática, trastornos del sistema nervioso central y coma. La fiebre y los escalofríos son síntomas cíclicos, se repiten cada dos o tres días.

En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas se infectan a menudo por lo que desarrollan inmunidad adquirida; es decir, son portadores asintomáticos o con pocos síntomas de la enfermedad.

La necesidad de los mosquitos de humedad y calor favorece la enfermedad en zonas tropicales, al igual que las condiciones de pobreza, donde impera la insalubridad, el mayor riesgo a las picaduras sin protección y su reproducción en algunos charcos o pequeños cuerpos de agua acumulada fuera de las viviendas.

“El paludismo o malaria se transmite por el mosquito Anopheles, del que hay diferentes variedades en el mundo. Solamente las hembras de los moscos ingieren sangre por una cuestión energética para poner huevos. Durante la toma de sangre insertan saliva en donde viene el parásito Plasmodium que transmite la enfermedad”, expone González López en ocasión del Día Mundial del Paludismo, que se conmemora el 25 de abril.

Sin embargo, la mortandad es mínima y se calcula en menos de 100 casos en el país. México ha tomado medidas importantes para la reducción de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el control del hábitat de estos animales y que no haya criaderos de los mismos, destaca.

“Podemos decir que el país se encuentra en una fase de preeliminación del paludismo cumpliendo con la meta de la OMS de permanecer con una incidencia menor a los mil casos, llegando en los últimos años a 609, en el 2019; y 345, en el 2020. No se han reportado defunciones relacionadas a este padecimiento desde 1998”, asevera Lorena González.

Estudios universitarios

Existe una vacuna desarrollada por Glaxo Smith Kline, la cual está en fase tres. Se han seleccionado algunos países para probarla, pero es solamente para prevenir Plasmodium falciparum, una variedad que causa muerte en niños y mujeres embarazadas. Sirve especialmente en África y en la India; contribuirá a reducir la mortandad.

“En México no serviría la vacuna porque es para otra especie, pero en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) hay un estudio para la generación de vacunas contra Plasmodium vivax, que es la especie que tenemos en el país”, comenta.

Debemos tener conciencia de que la malaria existe en nuestro país y que hay zonas de mayor riesgo, especialmente las húmedas, cálidas y tropicales, advierte González López.

La especialista sugiere implementar en los inmuebles mosquiteros e insecticidas, no acumular cuerpos de agua para evitar que se críen los mosquitos, usar repelentes y ropa adecuada con manga larga.

En el caso de los viajeros, dice, presentan síntomas más graves que la población local, si manifiestan fiebre en los tres meses siguientes a la exposición se considera una situación de urgencia por la posibilidad de haberse contagiado de malaria; en cambio, los nativos han desarrollado cierto grado de inmunidad al estar expuestos al parásito, condición que les ayuda a controlar la infección y disminuir la gravedad. Fuente UNAM

Por Jorge A. Leyva

Periodista. Licenciado en Comunicación. Columnista en Agenda Setting Diario. Comentarista de política en radio. Journalist. Fan del Café Necesario Marketing Político y Social Media Publicidad: [email protected]

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